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Las aguas termales que esconde Doramas

Las obras de la metroguagua se tropiezan con el viejo pozo del parque, del que se alimentan desde hace casi 80 años las piscinas del Julio Navarro

Zona en obras de la entrada sur del parque Doramas, en la calle Francisco González, donde está la tapa del pozo. | | JUAN CASTRO

Las obras de la metroguagua han sacado a la luz el viejo pozo de aguas termales que guarda el parque Doramas en sus profundidades desde hace más de 74 años y del que se alimentan las piscinas del Julio Navarro.

 El líquido, que procede de filtraciones y galerías de agua dulce que se mezclan con las de la marea, llegan a las piscinas a una temperatura de 27 grados, aunque se enfría al mezclarse con el resto.

La tapa del pozo se encuentra en la entrada sur del parque Doramas, en la calle Francisco González. En los años 50 del siglo pasado sus aguas se usaron para llenar el lago de las tortugas, las fuentes y otras charcas y aunque su origen es incierto, los más viejos del lugar aseguran que la infraestructura hidráulica formó parte de alguna de las antiguas fincas agrícolas que florecieron en la zona, justo al borde del cauce del barranco Santa Catalina, ahora Barranquillo de Don Zoilo.

Las aguas procedentes de filtraciones y galerías que se mezclan con la marea en el subsuelo de la zona alimentan las piscinas del Club Natación Las Palmas desde que este se fundó en 1947. El próximo mes cumple 74 años.

La presencia del pozo, que es de propiedad municipal, ha obligado a modificar la obra de la metroguagua en el tramo que va desde el Paseo de Madrid hasta la calle Emilio Ley. La modificación no supondrá un retraso añadido a la obra ni un mayor coste, según aseguraron fuentes de Urbanismo, que indicaron que el cambio consiste en asegurar la tapa del pozo.

En la plataforma de contratos, donde se da cuenta de la modificación, se habla de la necesidad de reforzar la tapa del pozo, porque «con la nueva acera y escalera accesible se aumenta la carga sobre dicho forjado, lo que exige la rehabilitación del mismo para que la zona sea segura para los usuarios».

Por otro lado, el modificado contempla también aumentar la cimentación del nuevo muro de cierre del parque Doramas.

Tanto el presidente del Club Natación Las Palmas, Pedro Estévez, como el responsable de mantenimiento del equipamiento deportivo, José Juan Montesdeoca, aseguran desconocer la antigüedad del pozo. «Lleva toda la vida ahi, al menos desde que se crearon las piscinas; otra cosa es que casi nadie lo sepa», subraya Estévez, quien añade que en toda esa zona de Ciudad Jardín hay casas con pozos.

Según José Juan Montesdeoca, en la época del antiguo zoológico del Doramas, el agua del pozo nutría las fuentes y los charcones. En la actualidad sólo las piscinas aprovechan el agua.

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Entrada del parque Doramas Juan Carlos Castro

El nivel de agua del pozo, que tiene unos 25 metros de profundidad y un diámetro aproximado de dos metros, es constante y tiene unos tres metros de altura. Toda el agua proviene de filtraciones del agua de lluvia, de la que riega el parque, de fugas de la red de abasto y también de la marea».

La intrusión marina la vuelve salobre. Las últimas mediciones arrojaron una concentración de sal de 12 gramos por metro cúbico, menos de la mitad de la del mar, que llega a 35 gramos.

Las aguas se extraen con la ayuda de una bomba y son conducidas a las tres piscinas a través de una red de tuberías. Antes de meterlas en la piletas, son sometidas a tratamiento con cloro. El pozo permite un importante ahorro al club deportivo, ya que las piscinas almacenan un total de 3.200 metros cúbicos. Por desgracia, el agua se inyecta de manera gradual en las piletas para renovar el agua, a un ritmo de 10 metros cúbicos al día, por lo que aunque llega caliente, cuando se mezcla con el resto se enfría.

«El agua llega a la piscina en invierno a 27,5 grados y en verano a 27 grados. Cuanto más cerca de la costa, mayor temperatura hay más cerca de la superficie», explica Montesdeoca, quien recuerda que antes de resolverse el problema de climatización se planteó la posibilidad de usar la geotermia para calentar las piletas con el agua del pozo. Al final se desechó la idea porque requería una inversión de más de un millón de euros, para construir un pozo de agua de rechazo.

Y tampoco existía la seguridad de que tuviera agua suficiente para garantizar una demanda continua. Se inclina por la idea de que perteneció inicialmente a una antigua finca. «Es un pozo perfectamente esculpido, completamente cilíndrico y con pequeñas galerías en la parte de abajo. Tiene una trampilla que te permite llegar hasta el borde, a través de una galería», señala.

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