Ramírez: «Encontramos a dos niños abandonados y los rescatamos por un patio»

Comenzó por vocación en la Policía Nacional y realizó su mayor labor en la brigada de drogas

El policía jubilado Juan Ramírez Marrero.

El policía jubilado Juan Ramírez Marrero. / ANDRES CRUZ

Lo de Juan Ramírez Marrero, vecino de Las Palmas de Gran Canaria, era vocación, reconoce. A finales de la década de 1970 termina sus estudios de auxiliar administrativo en la universidad laboral y decide entonces darle un giro a su vida y prepararse para entrar en la Policía. Lo logra en 1979 y acaba de completar 43 años de servicio en los que, reconoce, «he vivido de todo un poco».

Su primer destino, como el de muchos otros, fue Bilbao. Eran los años duros del terrorismo y allí permaneció hasta 1981, cuando logra un traslado a su ciudad, a la capital grancanaria. «Estuve en la unidad móvil así que nos tocaba patrullar los barrios de la ciudad», sobre todo, cuenta, más hacia la periferia. También pasó la inspección de guardia, toda una escuela, «allí obtuve muchos conocimientos, recogiendo las denuncias de los ciudadanos».

Participó también en «servicios especiales» en Sevilla y Barcelona, aunque sería en las Unidades de Droga y Crimen Organizado (Udyco) donde más tiempo permaneció y donde más trabajó. Fueron 17 años de servicio en los que peinó el parque Santa Catalina -cuando la comisaría estaba en la calle Doctor Miguel Rosas-, Guanarteme, El Polvorín, el desaparecido Buque Guerra y las antiguas chabolas del Martín Freire.

«Caso Bosnia»

Entre el amplio anecdotario, resalta el denominado «caso Bosnia», en el que, a principios de los años 2000, incautaron un alijo de 10.000 kilos de cocaína. Entre tanto, también recuerda las redadas en un edificio de la calle Atindana, en La Isleta, «de nueve pisos que tenía, salvo uno en el que vivía una señora mayor, en el resto encontramos droga; cuando se registraba se tapiaba».

Y es que eran otros tiempos en los que la droga corría por los barrios, al menos de una manera diferente a como lo hace en la actualidad, él mismo reconoce que todo a ido «a mejor» en este sentido. «A principios de los 90 hubo una escasez de droga y en El Polvorín se vivieron disturbios», relata.

No obstante, a lo largo de esas cuatro décadas vivió experiencias de esas que marcan por haber hecho una buena obra. Así, «una vez encontramos a dos niños abandonados por los padres en el interior de una casa», era en Lomo los Frailes y, cuenta, los pequeños estaban «desnutridos». «Los rescatamos a través del patio y los salvamos», rememora.

Ya en los últimos años tocó un poco de más relax. Ramírez pasó a labores más bien administrativas y estuvo tramitando DNIs y pasaportes. Además, en esta última etapa perteneció a una unidad que se acerca a los pueblos y zonas rurales, a petición de los ayuntamientos, con el propósito de ayudar a personas mayores o impedidas a emitir y arreglar sus documentos. Ahora se muestra «entusiasmado» con su nueva vida.

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