Lotería de El Niño

La Cigarra de Oro celebra diez años con 13 décimos del primer premio

Una peña del bar Los Llanos festeja la suerte que repartió Onofre Santiago en Guía

Los trabajadores del bar restaurante Los Llanos festejan haber ganado el primer premio de la lotería de El Niño

Los trabajadores del bar restaurante Los Llanos festejan haber ganado el primer premio de la lotería de El Niño / José Carlos Guerra

La administración de loterías La Cigarra de Oro, en Guía, celebró ayer un décimo aniversario muy especial. Un regalo de Melchor, Gaspar y Baltasar que llegó a eso de las once y media de la mañana, cuando el sorteo del Niño cantaba el número premiado con el gordo. El 94974, un juego de números un tanto curioso para el comprador, y que resulta agradable a la vista. Por ese motivo, tanto Onofre Santiago, propietario de la administración, como su hija, Zoraida Machín, repartieron nada más y nada menos que dos millones seiscientos mil euros en trece números.

«Once de los números han sido impresos, vendidos aquí mismo», explicaba, muy feliz, Onofre. Entre enhorabuenas, llamadas telefónicas, risas de alegría y fotos para el recuerdo, los vecinos de la zona se iban acercando para comprobar si su número había sido premiado, y los peatones y coches que pasaban por delante del local, gritaban al lotero «¡Ya me lo podías haber vendido a mi!», «¡Felicidades, amigo!» o «¡menudos Reyes Magos te tocaron!».

A Onofre y a su hija, en un primer momento, apenas les salían las palabras, pero lo que sí acertaban a decir era lo orgullosos y felices que estaban por ser ellos los que habían dado el premio, y por ser el municipio de Guía el que estuviera presente a la hora de nombrar las ciudades agraciadas por El Gordo de la lotería de El Niño.

No es la primera vez que la Cigarra de Oro da un premio, pero sí la vez que mas cantidad ha repartido, de ahí la ilusión y la alegría, más aún cuando se cumplían diez años de la apertura de la administración. «Abrimos en el año 2014, y la adquirimos porque el antiguo propietario la quería vender, y vimos una oportunidad de negocio, por lo que no nos lo pensamos», explica Onofre. «Desde luego que no nos arrepentimos, ha sido una decisión preciosa», dice sobre su negocio.

Un pellizco de felicidad que se multiplicó cuando Onofre Santiago se percató de que una peña del bar restaurante Los Llanos, en Llano Alegre, se había llevado El Gordo. En ese momento, Onofre no dudó en llamar al dueño del establecimiento, que para curiosidad de muchos, también se llama Onofre, lo que en su caso se apellida Martín. Una llamada telefónica por parte de la administración que alegró la jornada laboral a los trabajadores que estaban empezando un turno de Reyes especial, y que prometía mucho trabajo.

Aunque en este caso el premio se vio reducido, pues era a compartir entre cien personas, la alegría era máxima. Y es que en la zona industrial de Llano Alegre, decidieron hacer cuatro peñas de cien personas cada una, comprando cien números y con la esperanza de que algo, aunque fuera un golpe de suerte, tocara. Y vaya si tocó. Mil seiscientos euros cada participante de la peña número uno que entendieron a la perfección que a veces, la ilusión es lo último que se pierde.

De este modo, con el ajetreo habitual de lo que significa un día de Reyes para la restauración, algunos de los empleados del bar restaurante Los Llanos tuvieron que entrar desde las nueve de la mañana, como fue el caso de Tomás lópez, que fue uno de los más madrugadores para hacer que el servicio, en un día tan especial como lo es el seis de enero, fuera inmejorable para todos los comensales. Tomás, lleva años trabajando con su jefe y dueño del local, Onofre Martín. Primero en otros negocios de restauración y ahora, desde hace un año, en Guía.

«Con él se trabaja muy fácil, somos una familia y se hace agradable», explica. Consciente de que era el sorteo de El Niño, mientras colocaba todo el restaurante esperó a que fueran llegando los demás trabajadores, y cuando la ilusión estaba apunto de perderse, llegó la mejor noticia de todas. «Todos estamos privados, y aunque nos quedan muchas horas por delante, parece que sabiendo que tenemos esperando un dinero extra, se trabaja en otra sintonía», sentencia entre comanda y comanda.

Por su parte, Onofre Martín, jefe de Los Llanos, explicaba, dentro de cocina y mientras preparaba platos, la historia de este premio. «Somos 100 trabajadores de toda la zona industrial, es decir, cristalerías, talleres, de todo lo que veas por aquí al rededor». La mayoría de esos trabajadores suelen ir al bar restaurante a desayunar por las mañanas, de ahí a que se apuntaran en la peña y participaran en la compra de números para el sorteo de El Niño. «He podido hablar con algunos ya, imagina cómo están, de venir a desayunar y empezar el día aquí, a ganarse 1.600 euros limpios», dice mientras prepara un plato de papas arrugadas.

Tal y como explicó Onofre Martín, siempre compran lotería en La Cigarra de Oro, y es que su amistad con Onofre Santiago es especial. «Nosotros dos somos muy amigos, y las casualidades de la vida hicieron que incluso nos llamáramos igual», comenta. «Ahora estamos de racha con los premios, así que ahora solo queda aprovecharlo, que la Navidad es una época de mucho gasto».

A sus 21 años, Kevin Pérez puede afirmar que durante estas fiestas, la suerte ha estado de su lado. En la lotería de Navidad, fue premiado con 1.000 euros, y quince días después, la suerte volvió a tocarle por la espalda con un nuevo premio, esta vez en la lotería de El Niño y con 1.600 euros. «Llevo desde las nueve de la mañana aquí, y cuando llamó el de la administración para decirnos que teníamos el número premiado nos volvimos locos de felicidad», comenta.

Aunque en sus planes de futuro está el estudiar derecho y ser abogado, el destino le hizo sumergirse primero en un ciclo de hostelería, motivo que le hizo estar donde está hoy en día. Natural de Gáldar y con «un alquiler que pagar», tal y como narra, ese dinero le ha venido muy bien para poder pagarse sus cosas, y es que entre los dos premios que ha ganado esta Navidad mas el sueldo, la felicidad está siendo plena.

A pesar de que el día de Reyes fue duro y de muchas horas, Kevin no tuvo que pensar ni veinte segundos a la hora de ser cuestionado sobre si por la noche saldría a celebrar ese particular regalo. «Voy a estar cansado, pero desde que termine voy a mi casa, me ducho, me cambio de ropa y me voy a festejar», dice con una sonrisa tímida. Un día en el que Kevin se sacrificó para poder atender a sus clientes, alejado de sus familiares en un día tan especial, pero eso no fue un motivo para compartir, a la distancia, de lo que había ganado. «Cuando nos enteramos de que teníamos el número del primer premio llamé a la viejita y le dije lo que me había tocado y me dijo, mira, para los aparatos de tu hermana». Sin embargo, si algo tiene claro este joven camarero es que ese premio lo va a disfrutar él solito, que para algo se lo ha currado y lo ha trabajado.

Entre alegrías por haber ganado un pellizco de ese premio, los estaban quienes no habían atinado a alcanzar ese número, y aún así disfrutaba junto a sus compañeros como si ella misma hubiera sido la agraciada. Es el caso de María Beltrán, que demostró que todavía quedan personas con buen corazón en el mundo. Ella, al contrario que algunos de sus compañeros, entraba a trabajar a las 13.00 horas, por lo que pudo ver con tranquilidad el sorteo. «Me enteré por un estado de Whatsapp y sin darme cuenta me puse a llorar, porque me dio emoción que mis compañeros hubiesen ganado», recuerda.

María no tenía número para El Niño hasta el día 5 de enero por la noche, cuando le dijo a su jefe, Onofre, que le eligiera un número que le diera suerte. Él, se lo escogió a ciegas y ella, tal y como narra, se lo pasó por la calva para poder tener más opciones de ser premiada. «No me tocó el primer premio, pero al menos me llevo los 20 euros con los que jugué, que algo es algo».

Dos meses trabajando en la hostelería han servido a María Beltrán para darse cuenta de que uno no siempre termina trabajando de lo que estudia, pues aunque se formó en dirección y gestión de alojamientos turísticos, las vueltas de la vida la llevaron junto a Onofre, persona que considera como de la familia. «Le conozco desde que tenía seis años porque mi familia siempre ha ido a comer a sus restaurantes por Navidad, y cuando terminé las prácticas me di cuenta de que yo quería trabajar en la hostelería porque era lo que me gustaba, y la primera persona en la que pensé fue en él. Le hice una llamada y ahora llevo dos meses trabajando en un lugar que no cambio, porque es como trabajar en familia».

Un pellizco de felicidad que llegó al municipio de Santa María de Guía en forma de regalo de Reyes, de ayuda monetaria después de las fiestas o de esperanza para próximos años, porque la suerte normalmente está donde menos te la esperas.