Reitera las virtudes del cine de un Josh Radner que se mueve con absoluta propiedad tanto delante como detrás de las cámaras, mejorando incluso los aciertos de su opera prima, ´Happythankyoumoreplease´, que se estrenó en España en 2011, y lanzando un aviso de su indiscutible futuro en el marco del cine independiente norteamericano. Su osadía llega, además, tan lejos que no sólo es director y protagonista de la cinta, también productor y guionista único. Muchas funciones, asumidas con responsabilidad, que brillan especialmente en el plano de una comedia romántica que aborda cuestiones que son el plato diario de buena parte de la sociedad en la que nos movemos.

Divertida a veces, con diálogos ingeniosos y elaborados, con personajes que resultarán familiares y que desprenden coherencia, la película acomete, asimismo, cuestiones dramáticas que no pierden su sentido en un entorno semejante.

Presentada en la sección oficial de los festivales de Sundance y de Valladolid, cuenta con una más que loable labor de tres actores espléndidos, los veteranos Richard Jenkins y Allison Janey y la casi recién llegada Elizabeth Olsen.

Radner hace de su personaje, Jesse Fisher, un joven profesor de 35 años que no acaba de encontrar su sitio en la universidad, ese tipo desencantado que atraviesa, con indudable antelación, la consabida crisis de la mediana edad. Vive en Nueva York pero ha regresado a la universidad en la que estudió para asistir al homenaje a un profesor jubilado, aunque pretende alargar su vida laboral, al que profesa una cierta admiración.

En esas circunstancias conoce a una estudiante de 19 años, Zibby, que va a alterar profundamente todos sus sentidos. Entre ambos, en efecto, se abre una relación, alimentada por ella, que sume a Jesse en un mundo de dudas, especialmente por la diferencia de edad, ya que él tiene 16 años más, pero también por las diferencias que presentan en sus gustos literarios. Todo eso sin caer en convencionalismos y sin necesidad de hacer concesiones a la galería