Un debut poco prometedor que plantea interrogantes respecto al futuro de su director, un Miguel Larraya, colaborador también en el guión, que aparte de demostrar ser un experto en el más reciente cine de terror, con influencias que saltan a la vista, no aporta nada que pueda resaltarse.

Lo que vemos en la pantalla, afortunadamente en un metraje de apenas 78 minutos, viene a ser el fruto de la combinación de una serie de películas y de autores muy en boga, concretamente el Alejandro Amenábar de Tesis, el Wes Craven de la saga Scream, la funesta serie Shaw y, en general, todo ese cine norteamericano terrorífico y violento que emergió, especialmente, a partir de Viernes 13 y sus secuelas. Algo que da como resultado un subproducto tan fallido como irrelevante que, con toda lógica, ha tenido un estreno casi clandestino.

Es cierto que los comienzos adelantaban una cosa más entonada, con sentido de la parodia y algunas dosis de humor no desdeñables, pero todo se viene en gran medida abajo a partir del momento, apenas con media hora de proyección, en que el relato entra en una dinámica burda y gratuita de asesinatos con armas blancas.

Y es que el protagonista, Carlos vive una situación terrible que le tiene al borde de la desesperación. El, que es un galán de televisión que hace suspirar a millones de jovencitas gracias a una serie de TV de terror, ha desatado el pánico entre sus fans al anunciar que se va a vivir a Hollywood tras firmar un contrato para interpretar tres largometrajes del Zorro. Pero como mujeriego empedernido que es comete el error de asistir antes de irse a un guateque pasado de rosca en el que seduce a algunas de las presentes. Lo peor es que al día siguiente despierta en la cama con una de sus conquistas, comprobando con estupor que está encerrado en una mansión absolutamente blindada.

Es precisamente a partir de esta realidad cuando la cinta se viene abajo. Carlos no está solo y además de la chica con la que hizo el amor hay otras tres que suspiran por él. Y para colmo de males hay otro invitado mucho más peligroso.