Con su nuevo trabajo, el director romano Matteo Garrone marca distancias con el cine altamente estilizado que ha firmado desde 'Gomorra' (2008) y en cambio conecta con sus dos primeros largometrajes, 'Terra de mezzo' (1996) y 'Ospiti' (1998), también centrados en el drama de la migración. En concreto, 'Yo, Capitán' contempla la epopeya que un adolescente senegalés protagoniza junto a su primo desde que decide huir de su país con destino a Italia para cumplir sus sueños, y que en su periplo sufre sucesivos abusos por parte de quienes se aprovechan de la desesperación y la ingenuidad de personas como él. Premiada en la pasada Mostra de Venecia, la película es ahora candidata al Globo de Oro y sigue adelante en el camino hacia la nominación al Oscar.

¿Por qué ha decidido volver a abordar un asunto, la inmigración, del que ya habló en los primeros largometrajes de su carrera?

En esas películas usé el tema sobre todo para hablar de Italia y de los italianos. ‘Yo, Capitán’, en cambio, funciona a modo de contraplano. Sabemos muy poco de los migrantes que intentan entrar en Europa procedentes de África u Oriente Próximo. Especialmente en mi país, estamos muy acostumbrados a verlos llegar hacinados en barco, y los tratamos como simples números: ayer llegaron 200 y murieron 100 en el mar, hoy han llegado 150 más y han muerto 75, y así. Ni siquiera nos planteamos que tras esas cifras hay seres humanos que dejan atrás a sus familias y se enfrentan a riesgos tremendos en busca de sus sueños. Yo he querido dar voz a esas personas que casi nunca la tienen.

'Yo,Capitán' es la primera de mis películas que está protagonizada por un héroe absolutamente inmaculado, que no tiene sombras ni manchas

En el proceso, ¿hasta qué punto fue consciente del riesgo de caer en la apropiación cultural?

Yo soy un italiano burgués y, de no haber ido con cuidado, mi mirada a los migrantes podría haber caído en el paternalismo, la condescendencia y el etnocentrismo. Por eso me esforcé mucho por actuar como intermediario, por ponerme al servicio de una cultura que no es la mía contando con la ayuda permanente de quienes sí pertenecen a ese mundo. En cada fase del proceso de producción conté con el asesoramiento de personas que habían vivido odiseas parecidas a la que muestra la película; detrás de cada una de sus escenas hay una historia real. En los últimos 15 años han muerto más de 27.000 personas tratando de llegar a Europa, y para mí era esencial tratar todo ese sufrimiento con el máximo respeto.

Como muchas otras de sus peliculas, ‘Yo, Capitán’ retrata a un personaje lleno de sueños y esperanzas que se da de bruces con la realidad. ¿Qué le atrae de ese arquetipo narrativo?

Supongo que me parece muy ilustrativo acerca de la condición humana. De todos modos, ‘Yo,Capitán’ es la primera de mis películas que está protagonizada por un héroe absolutamente inmaculado, que no tiene sombras ni manchas, un joven puro e inocente que combate contra un sistema terrible y mortal. Los jóvenes africanos forman parte del mundo globalizado, las redes sociales son su ventana al estilo de vida de Occidente y sienten un gran deseo de vivir como lo hacemos aquí. Ellos ven cómo los jóvenes franceses o españoles viajan a África libremente, sin restricción alguna, y no entienden por qué ellos mismos tienen que jugarse la vida para viajar a Europa.

La película se resuelve con unos puntos suspensivos, dejando que cada espectador saque sus propias conclusiones sobre el desrino del héroe. ¿Por qué le pareció importante esa ambigüedad?

Algunas de esas historias humanas tienen un final feliz y otras acaban en tragedia, y a menudo resulta difícil decidir qué es una cosa y qué la otra. Una de las principales fuentes de inspiración de ‘Yo, Capitán’ es el caso de Amara Fofana, que colaboró conmigo en el guion. Cuando tenía 15 años, él transportó a 250 personas en barco desde Libia hasta Italia y les salvó la vida. Al llegar, fue arrestado y pasó seis meses en la cárcel, como si fuera un traficante de personas; de haber hecho lo mismo hoy, podrían haberle caído 10 años. En este preciso instante, hay gente como él que están pagando un alto precio por su heroísmo mientras los mafiosos que se aprovechan de ellos no arriesgan nada.

¿En qué medida es su película un ataque velado a los líderes políticos de Italia y otros lugares de Europa cuyas actitudes antomigratorias y xenófobas fomentan esas mafias?

Empecé a trabajar en ella hace tres años y medio, mucho antes de que Georgia Meloni alcanzara el gobierno de mi país. Es cierto que la tendencia en Europa son los nacionalismos y la obsesión por levantar muros, y ese egoísmo solo provocará más injusticias, más sufrimiento y más muertes. Mi película no pretende ofrecer soluciones fáciles a un problema tan complejo pero, por supuesto, yo considero que el único camino correcto es el de la apertura: dar a quienes quieren viajar la posibilidad de hacerlo con libertad, y devolver su dignidad a toda esta parte de la humanidad que se ve obligada a morir por un derecho que debería ser universal.