La historia no puede ser más increíble: un héroe de guerra norteamericano, el general del cuerpo de marines Francis X Hummel, está cansado de que muchos militares mueran en acciones secretas sin obtener reconocimiento.

Pero en vez de ocurrírsele hacer una huelga o algo por el estilo, decide secuestrar a un grupo de turistas en la isla de Alcatraz, donde se hace fuerte e instala varias armas químicas que apuntan a San Francisco que pueden provocar unos cuantos millones de muertos.

El enloquecido general exige, a cambio de no envenenar a miles y miles de ciudadanos inocentes, que el Gobierno reparta 100 millones de dólares entre los familiares de los soldados muertos en combate.

Un especialista en armas químicas y un antiguo espía británico, el único que ha conseguido fugarse de la antigua cárcel de Alcatraz, son enviados, junto con un grupo de soldados, a combatir a sus propios compañeros. Entretenida, pero totalmente absurda.