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NUEVA SERIE

'Cristóbal Balenciaga', estreno sonado en Disney+: el drama de buscar la puntada perfecta

Hablamos con el director Jose Mari Goenaga ('La trinchera infinita') y la directora de vestuario Bina Daigeler, nominada al Oscar por 'Mulán', sobre la confección de esta exquisita serie sobre la etapa parisina del modisto

Alberto San Juan como el Balenciaga de 1957 en Cristóbal Balenciaga. DISNEY +

Con un personaje de la altura de Cristóbal Balenciaga, la pregunta no es "¿por qué hacer una serie sobre él?", sino "¿por qué se ha tardado tanto?". Algunos lo intentaron y fracasaron: nunca llegó a rodarse la película proyectada por Julio Medem hace una década ni la serie de ViacomCBS anunciada a finales de 2020. Fue precisamente por entonces cuando empezó a coger forma 'Cristóbal Balenciaga' (Disney+, viernes, día 19; todos los episodios disponibles), acercamiento exquisito a la vida y milagros (textiles) de aquel hijo de pescador y costurera de Getaria que acabó conquistando París, cuna de la alta costura, con sus creaciones de líneas depuradas y alcance escultórico, resultado de avanzadas técnicas de sastrería

La serie ha sido creada y escrita a ocho manos por Lourdes Iglesias (guionista de '99.9', de Agustí Villaronga) con el trío de cineastas formado por Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga ('La trinchera infinita'), que dirige sus seis episodios. "La idea original fue de Lourdes, que propuso al productor Xabier Berzosa un proyecto centrado en la etapa parisina de Balenciaga", explica Goenaga. "A finales de 2020 estábamos moviendo ideas que no acababan de salir y nos pareció bien que se moviera ese proyecto con nuestros nombres. A Disney+ le interesó la combinación de Balenciaga y nosotros. Del modisto les gustaba la idea de que fuera un personaje local pero, a la vez, tuviera proyección internacional. Ya en la primera reunión nos dijeron que nos pusiéramos manos a la obra. Entonces llegó la siguiente fase: '¿Y ahora qué hacemos?'". 

Lo que hicieron, de entrada, fue descartar una cronología exhaustiva de aquellos treinta años de carrera y centrar cada capítulo en momentos destacados, un poco como Peter Morgan con el extenso reinado de Isabel II en 'The Crown'. "Yo he de confesar que no he visto la serie entera [ríe], pero Jon y Lourdes sí. Fue un referente en el sentido de no estar encorsetados a un relato cronológico exacto. Curiosamente, en su última temporada usaron un recurso dramático [aquellas conversaciones de la fallecida Diana con Carlos y la reina] que nosotros hemos empleado también en cierto modo sin tener ni idea".  

Esta colección de momentos de inflexión se enmarca en una entrevista, la que concedió Balenciaga a la periodista Prudence Glynn de 'The Times' en 1971, segunda y última de toda su vida. "Igual suena poco original como marco narrativo, pero en el caso de este personaje tenía un valor específico porque él no concedió entrevistas hasta el final de su carrera. Nos parecía interesante observar cómo alguien tan obsesionado con el control se enfrenta a una entrevista que le obliga a desnudarse, a dejar que la gente vea cómo es". 

El control creativo 

Al principio de cada proyecto, Aitor, Jon y Jose Mari suelen preguntarse de qué habla la historia que van a contar y qué pueden explicar sobre ellos mismos a través de ese relato. "Conectamos mucho con ese Balenciaga creador, ese Balenciaga obsesionado con el control creativo. Era un tema muy relevante para nosotros en este momento. Hasta ahora habíamos tenido control absoluto: lo que estaba bien era cosa nuestra y lo que estaba mal también. En este caso nos enfrentábamos a un proyecto en el que teníamos rendir cuentas ante una plataforma, algo que nos generaba cierta tensión. Cuando llega la fase de montaje, ellos tienen que ver los capítulos, dan su opinión, te sugieren cambiar cosas… Esa inquietud no la conocíamos hasta ahora". 

¿Han aceptado siempre de buen grado las sugerencias o se han dado instantes de fricción? "Hay cosas que preocupan a las plataformas y que nosotros desconocíamos", dice Goenaga. "Cuando hacen una serie, muchas veces tienen muy en cuenta no solo cómo es el primer capítulo, sino también los primeros ocho minutos de ese primer capítulo. Te hacen sugerencias, se discuten, y a veces consigues convencerles y otras veces son ellos quienes acaban ganando. Sea como sea, sentimos que la serie es nuestra. En ningún caso se ha desvirtuado lo que queríamos contar". 

Tirando de 'El hilo invisible'

En 1937, veinte años después de abrir su primer taller en San Sebastián y habiendo vestido a la familia real y la aristocracia españolas, Balenciaga (impecable Alberto San Juan) prepara su primera colección de alta costura en París, donde se exilió tras el estallido de la guerra civil. Le acompaña su pareja y socio Wladzio D'Attainville (Thomas Coumans), una figura esencial en su vida, que le animaba, le sugería ser mejor. Incluso mejor de lo que Balenciaga ya sabía querer ser. 

La persecución obsesiva de la excelencia parece inherente a los relatos sobre creatividad y, más en concreto, una disciplina como la moda, en la que poesía ha de rimar con exactitud y precisión. Para Goenaga y sus colegas directores, 'El hilo invisible', de Paul Thomas Anderson, era el más modélico relato de esa obsesión por la puntada perfecta. "Fue una de las motivaciones a la hora de llevar a cabo esta serie. Su retrato de la costura nos encantaba y queríamos sumergirnos en ese universo". Alberto Iglesias propone una flotante banda sonora a la altura de la que allí firmaba Jonny Greenwood. 

La garantía Daigeler 

Para la directora de vestuario Bina Daigeler, nominada al Oscar por su trabajo en la 'Mulán' de imagen real y al Emmy por 'Mrs. America', que ha colaborado aquí con el figurinista Pepo Ruiz Dorado, toda la inspiración estaba en la propia obra de Balenciaga. "Y en visitar todos los museos, todas las exposiciones posibles… Me he dejado guiar completamente por eso. También por mi amor al proceso de la alta costura. Me fascina ese proceso: elegir las telas, tocarlas, tenerlas en la mesa, desplegarlas, ver diez metros de seda preciosa".  

Recrear sus brillantes piezas fue todo un desafío: "No teníamos patrones originales, así que nos teníamos que basar en fotografías, dibujos y lo que se escribió en su momento sobre los vestidos. Hemos podido ver algunas piezas auténticas en los archivos, pero sobre todo hubo un intento de recabar toda la información posible. Sabíamos que iba a ser un reto emular a alguien definido [por otro gigante, Givenchy] como 'el arquitecto de la alta costura'".

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