Sigue la pública polémica sobre la introducción de un tren en la isla de Gran Canaria. Voces autorizadas, interesadas y a veces las dos cosas, se decantan por esta solución o por otra similar de transporte guiado (tranvía o metro). Los propios "intereses de los interesados" o el papanatismo de "si el otro lo tiene yo también quiero tenerlo" impiden el debate sereno sobre la oportunidad o no de la implantación de un tren, metro o tranvía en nuestra isla.

Pero en ninguno de los artículos publicados u opiniones expresadas en distintos medios de comunicación se habla de lo que, a mi juicio, debería ser el primer acto de todo: la elaboración de un Plan Insular de Movilidad Sostenible, que incluyendo una encuesta origen-destino, evalúe y defina las demandas y necesidades de todos los habitantes de Gran Canaria, su reparto modal y que ponga en evidencia la necesidad o no de nuevos sistemas de transporte.

Un Plan Insular de Movilidad Sostenible es más que la determinación de las necesidades de transporte, también conlleva la actualización de red, la creación de estaciones e intercambiadores, la coordinación insular para una política de transporte unificada, el aprovechamiento de las nuevas tecnologías de información y reconciliar el legítimo desarrollo con la mejora de la calidad de vida y la protección al medio ambiente.

Poner en marcha el nuevo concepto de movilidad aprovechando al máximo la utilización de todas las posibilidades de transportes, y organizar, usando el término que usan algunos técnicos en transporte, de la "comodidad" entre los distintos modos de transporte colectivo, que en este caso es un concepto más amplio que el propio de transporte público.

Pero es que, además, este Plan despejará desde un punto de vista científico, alejado de todo interés espurio, de memez o de mimetismo, la necesidad o no de contar con un nuevo medio de transporte. En otras palabras más comprensibles: ¿si no sabemos lo que necesitamos, de qué estamos hablando?

Puede ser que dicho Plan proponga soluciones que con los actuales, modificados y reforzados medios de transporte colectivo y de las inversiones precisas, se dé el servicio que la Isla necesita y por lo tanto la polémica debe terminar. Pero también es posible que se exponga la necesidad de introducir en Gran Canaria algún sistema de transporte distinto a los ya existentes. En este punto es donde podrían debatirse todas las posiciones favorables a uno u otro sistema: transporte guiado (tren, metro o tranvía) o el transporte en guaguas rápidas o "Bus Rapid Transit", BRT en sus siglas en inglés.

En el Libro Verde del Transporte, de la Comisión de las Comunidades Europeas (Bruselas, 9/2007) cuando habla de la demanda de espacio urbano (en definitiva, espacio vital) para proyectos de transporte, señala con acierto lo siguiente: "En algunos casos podría hacer falta una nueva infraestructura, pero el primer paso debe ser estudiar cómo aprovechar mejor la infraestructura existente". Estos argumentos establecen claramente dos supuestos fundamentales: el primero, la necesidad o no de un nuevo sistema de transporte, y en caso afirmativo, el aprovechamiento de las infraestructuras de transporte existentes en la isla de Gran Canaria.

Los medios guiados tales como el tren, el metro o el tranvía, en sí mismos pueden reunir las características antagónicas de ser la solución a problemas antiguos y la creación de nuevos problemas. Si imaginásemos la construcción de vías férreas en la inmensa Mongolia (1.565.000 km2), posiblemente su impacto medioambiental no sería lo mismo que esas mismas vías en una isla mil veces menor (Gran Canaria, 1.560 km2). Se crearía un verdadero problema ecológico en Gran Canaria queriendo solucionar otro antiguo.

Posiblemente se resuelva en todo o en parte el transporte colectivo en la Isla, pero la deja ya cicatrizada e, incluso, fracturada por estas vías férreas. Para mí, éste es el principal problema del tren en nuestra Isla, pero también importantes son los derivados de su coste (tanto de inversión como de mantenimiento) y del tiempo de implantación.

Como dato a tener en cuenta, algún tranvía cercano ha supuesto un desembolso de 320 millones de euros para apenas 12.5 km y en alguna declaración política se ha llegado a decir que el tren en Gran Canaria puede costar mil millones de euros. Por si alguien ha perdido la noción de valor y precio, son más de 166 mil millones de pesetas. Si se opta por un metro, es aún más caro, estimándose un coste por kilómetro construido (incluyendo la infraestructura, arquitectura, instalaciones y material móvil) en torno a los 35 millones de euros.

Expuesto lo anterior sobre los sistemas guiados de transporte colectivo, creo que la solución idónea para la isla de Gran Canaria es la de la introducción del concepto BRT, tanto en las vías de comunicación interurbana como en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. El BRT de alto nivel es un sistema de transporte colectivo de alta capacidad (hasta 200 pasajeros en guagua biarticulada) y última generación ecológica (biogás, híbridos, etc.) sobre vías dedicadas y exclusivas, con prioridad semafórica, con pocas paradas, prepago y amplia modalidad de títulos recargables y de tecnología sin contacto, incluso mediante el paso por móvil, centro integral de control de servicio y aprovechamiento de las últimas tecnologías para informar en tiempo real a los usuarios.

Sus costos son considerablemente menores (hasta un 85 ó 90% menos) que el de los sistemas ferroviarios, la capacidad de viajeros es de hecho superior a la del tranvía e, incluso, comparable al metro, tiene mayor flexibilidad y adaptación de horarios y su velocidad comercial es mayor que la de las guaguas estándar. En cuanto a prestaciones en accesibilidad, confortabilidad y comodidad de las nuevas guaguas y su equipamiento tecnológico (concepto de bus-inteligente) pueden satisfacer las demandas más exigentes.

Hay estudios que demuestran que un BRT puede proporcionar el máximo valor medido en términos de costo de ciclo de vida y es la opción más económica en costos de capital, tanto por kilómetro como por viajero. Además este sistema tiene un tiempo de implementación corto y, cosa nada desdeñable, aprovecha todas las habilidades y aptitudes particularmente distintivas para desempeñar el transporte colectivo de los operadores locales y de sus técnicos, su kow-how.

La construcción de las vías dedicadas y exclusivas necesarias en muchos de sus tramos paralelas a las autovías y carreteras existentes o, en su caso, la habilitación de carriles sólo bus, entre el sur y el norte de la Isla, con la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, como "centro de masas" en la definición formal que se emplea en física, y la implantación del concepto BRT de última generación, sería la solución idónea en el caso de que el Plan Insular de Movilidad Sostenible demande un nuevo modo de transporte colectivo para Gran Canaria.

El coste, tanto de capital como de ciclo de vida, de estas inversiones será muy inferior a cualquier sistema ferroviario. Es evidente que esta nueva red de carreteras exclusivas puede utilizarse en caso de graves accidentes o catástrofes, evitando con ello la inutilización de los viales generales.

Evidentemente el esfuerzo inversor para la introducción de un nuevo modo de transporte debe ser liderado por las autoridades públicas, tanto de la isla de Gran Canaria como de la Comunidad Autónoma, Gobierno Central y de la Unión Europea. Existe actualmente, por las inversiones hechas en el tranvía de otra ciudad canaria, una diferencia inversora en transporte terrestre.

Cuando se le preguntó al entonces candidato Paulino Rivero sobre esta diferencia, respondió que cuando Gran Canaria pusiera su tren o tranvía se le ayudaría en la misma proporción. La solución por la que opte Gran Canaria no debe estar mediatizada por tren o tranvía, sino por el nuevo modo que ella decida, incluido el sistema BRT y debe ser apoyada en términos absolutos con igual cantidad.

Pero mientras se consiguen estas inversiones, ya hay un hecho claramente diferenciador y peligroso en cuanto al reparto de subvenciones al transporte: hasta la entrada en funcionamiento del tranvía, estos importes se repartían en los tres modos de transporte que tenían todas las islas: avión, barco y transporte por carretera. Pues bien, ya hay voces en la otra isla que exigen que el importe de todas las subvenciones al transporte se tenga que repartir en cuatro modos, los anteriores y el "sistema ferroviario" que ellos empiezan a desarrollar con el tranvía y el proyecto de tren. Sea el importe el mismo o se aumente, ya saldrán ganando.

Los BRT nacieron en varias ciudades suramericanas, hasta llegar al concepto de BRT de última generación, que tiene como distintivo especial el que incorpora los estándares europeos en cuanto a calidad, comodidad y respeto al medio ambiente. Eindhoven y Gotemburg son, entre otras, ciudades europeas que tienen este sistema.

En la costa este de Estados Unidos, sobre todo en Los Ángeles, tienen su propio sistema de BRT conocido como MetroRapid. Por cercanía, es de resaltar el proyecto del "MetroBus" de la Comunidad de Madrid que propone "autobuses que circulan por vías cerradas al resto del tráfico unirán localidades de la periferia". También el BUS-VAO aprovecha el concepto de BRT. En Las Palmas de Gran Canaria se está realizando el estudio preliminar de "Guagua Express" que será propuesto como el sistema BRT para esta ciudad y que se espera a mediados de febrero de 2008.

El ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton dirige desde hace unos años una Fundación que lucha contra el cambio climático llamada CCI, que se centra sobre todo en reducir las emisiones de gases con efecto invernadero. En la revista oficial de Volvo Truck España, en su número de noviembre de 2007, se informa que la Fundación Clinton y Volvo han firmado un acuerdo para el desarrollo de los sistemas de Bus Rapid Transit, que además de reducir las emisiones de gases por el uso de tecnologías híbridas y de biogás en sus guaguas, compite con los tranvías urbanos, "pero con coste de implantación que no llega al 10%".

El concepto BRT puede ser un componente fundamental de la estrategia de movilidad de las personas y del ordenamiento territorial de nuestra isla de Gran Canaria y de su capital. Su definición e implementación dependen primordialmente de contar con la decisión y la voluntad política, pues argumentos hay como... para parar un tren.