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FABULAR LA VIDA

Parece que la ficción y la realidad se retroalimentan mutuamente, incansables. Con frecuencia nos sentimos ficticios en lugares reales que inventamos como distintos o bellos, aunque sean parte de la rutina, del día a día. Cuántas veces también nos percibimos reales transitando junto a personajes literarios estancias de una novela o encarnándonos en alguno de ellos.

Una muestra de fusión de realidad y ficción es la vida del narrador y protagonista de Doctor Pasavento, libro de Enrique Vila-Matas. El protagonista es un escritor que, imitando a su héroe moral Robert Walser, se propondrá desaparecer igual que él. Lo hará bajo la identidad del doctor Pasavento, un personaje inexistente que el narrador sueña desaparecido, sin dejar rastro, en lo alto de la torre de Montaigne. Ahí donde se recluía éste para perderse de vista. Ya en el primer capítulo el protagonista fabula su vida para salvaguardar su escritura. Al mismo tiempo, persigue nuevos retos imaginarios para dotar de sentido a su existencia.

Su vida es un recorrido existencial en círculo que abre nuevos círculos, me parece, quedando borrada la frontera entre lo real y lo ficticio. Desde las primeras páginas de la obra el narrador recurre continuamente a la imaginación o a los sueños con la finalidad de generar acontecimientos.

Tal vez disminuiría en nuestra vida la distancia que va del deseo a la realidad, si actuáramos como lo hace casi al comienzo del libro el protagonista de Doctor Pasavento. Imagina con todo detalle un viaje a Sevilla. Con objeto de que ficción y realidad encajen, decide cambiar pormenores en la realidad. Así persigue a la ficción para hacer coincidir ambos viajes, casi idénticos.

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