Aunque hoy sea destinataria de todas las iras, no descartemos que Ángela Merkel acabe siendo la estricta gobernanta que necesita Europa. En el fondo una economía continental no es más complicada que la de una residencia. Hay unos ingresos, hay unos gastos, hay unos clientes, hay unos acreedores y hay unos deudores. La economía creativa, la ingeniería financiera, y demás, son los vicios de mórbida complicación que nos han traído a donde estamos, con desprecio de la imprescindible T que marca las columnas del Debe y el Haber. Cualquier disciplina presupone un poder disciplinador, y la falta de éste en el área del euro ha conducido al actual caos. Yo no comparto las recetas de Ángela, basadas en la medicina drástica, pero peor todavía es que no haya en planta un médico con autoridad. Lo que hay que pedir es que no se ensañe con los enfermos, para que no pierdan las ganas de vivir.