Lo más relevante del juicio que se está celebrando en Valencia por un rollo de ternos es que un exconsejero confiesa que pidió, al supuesto compinche que recibía contratos a mansalva, "100 gramos de caviar". Y ustedes dirán que dónde está la bobería. Si hubiera pedido 100 gramos de chocolate se podría discernir que tiene un problema de psicotrópicos y no pasa casi nada, pero..., ¿a alguien de los aquí lectores se le ha ocurrido llamar a nadie para pedir gratis 100 gramos de caviar? Para llegar a este nivel de tontería antropológica hay que ser Cho Cursi. Pero hay más, porque luego llamó al mismo pollo para descambiar un reloj. Un hombre como un castillo y que si quiero caviar, que si quiero reloj... Ah, también se pidió un carísimo Infiniti FX50 y lo estampó a los dos días, desconchabándose el pescuezo, el codo, la mano..., en fin, un Cristo. Yo daría el juicio por finiquitado en este punto. Un señor con estas perretas de víspera de reyes magos no está bueno de su tino para gobernar, y además no le queda tiempo para ello. Es que es imposible imaginar a un consejero haciendo algo serio por la gente con la boca llena de caviar, dando cuerda al reloj, y con collarín y el brazo enyesado. Esto es todo por hoy.