Hubo un tiempo en que las mujeres se ocultaban; en las áreas rurales era impensable que una mujer tuviera veleidades artísticas. Por ello, si se atrevían a escribir, a pintar cuadros o a otras actividades creativas más allá de los bordados, debían firmar con seudónimo. Los tiempos por suerte han mejorado, hoy en día en las Islas hay mujeres que se dedican a las bellas artes o escriben. Es el caso de Inmaculada Hernández Ortega (Barlovento, 1962). Oiga, usted, señor, / estoy al borde / del infarto / Ya no me llamo / me recibo / a mí misma / Cualquier puerta / me parece invisible / y, sin embargo, / choco contra ella / ¿Sería tan amable, / tan contradictorio, / tan sádico, / tan apacible, / tan brutal, / tan intolerante, / tan mediocre, / tan único e indivisible / como para dejarme respirar? / Por favor caballero, présteme su dedo / ¡Oh! ¡Qué imprudente! Su uña / no, mejor / ¿Me hace usted un favor? / No me preste nada. La poesía más reciente de esta mujer viene marcada por el sarcasmo, la ironía, la rebelión interior. Palabras desengañadas, lúdicas, juguetonas, temerarias, llenas de humor negro. La mujer reivindica su papel, aprende a luchar incluso si vive en un entorno difícil para que su obra sea apreciada, corren tiempos de libertad y de sacudir los prejuicios de la tribu. Esta mujer fue coordinadora y fundadora junto a Leocadio Ortega de la revista literaria Ula Ula, editada por el Ayuntamiento natal para el público infantil. Ha publicado poemas en revistas literarias hispanoamericanas así como en la revista madrileña de pensamiento y creación El rapto de Europa. También participó en un recital poético de mujeres organizado por Pilar Rey en el Centro de la Cultura Popular Canaria. Escribe poemas y cuentos para niños, pronto saldrá una antología en homenaje a la revista literaria Azul que cofundó y prepara la edición de su libro Ojo avizor. Han llegado de un lugar desconocido / los minotauros amargos del tiempo / sudorosos y fieros, ignorantes, fatales / oscurecen las vidas inocentes y son infieles / a la vida que progresa / sortean la lealtad sin rumbo fijo / anidan en la inseguridad y el miedo / su única arma / como arañas tejen su red / manipulando las patas del odio y / sembrando confusión en los más débiles.