Cuando alguien se caía de frente se solía decir que iba a sacar petróleo. Desconozco en qué piedra ha tropezado el gobierno de Canarias para oponerse de forma rotunda a las prospecciones petrolíferas en aguas del archipiélago.

Mucho me equivoco si digo que existe algún país que, teniendo la posibilidad de explotar sus recursos en materia de hidrocarburos, no lo haga.

La obligación del Gobierno canario en primer lugar es establecer de manera inequívoca cuales son los beneficios, a saber: creación de puestos de trabajo, compensación económica y garantías en la seguridad de las instalaciones. Una vez aclarado este punto, lo que procede es someter a consulta de los ciudadanos su parecer, y digo esto para que se les quiten el miedo y la responsabilidad que los agoreros predicen sobre catástrofes ecológicas. ¿Pero les parece poca catástrofe un territorio con una capacidad de carga limitada, con más de un 30 % de paro y los servicios básicos en entredicho?

A lo mejor con unas buenas condiciones se garantizan la sanidad y la educación para toda la población por muchos años.

Solo basta echar un vistazo a los países que tienen la suerte que la naturaleza les ha brindado de tener "oro negro" en sus respectivos territorios, como en el mar del Norte, emiratos árabes y EE UU, entre otros para darse cuenta del salto cualitativo que en el estado del bienestar han experimentado.

Pienso que una oportunidad así, al menos, merece la pena estudiarla detenidamente ya que no está el panorama como para dejar pasar oportunidades como esta.

Sinceramente creo que todo esto es un golpe de suerte, nadie puede escapar de su buena o mala suerte; sólo hay que estar preparado para si te viene buena saber aprovecharla porque mucho me temo que nuestros vecinos marroquíes no le van a dar tantas vueltas al asunto y, tiempo al tiempo, veremos cómo se nos van adelantar y se nos va a quedar cara de tontos. A veces es fácil hablar claro cuando no se dice toda la verdad. Digamos, pues, la verdad. Un vaso medio vacío es también uno medio lleno; pero una mentira a medias en ningún modo es una media verdad.