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RITOS DE PASO

Tana

Los padres progresistas sufrimos una mezcla maléfica de miedo al trauma que no tuvimos, y al autoritarismo que no quisimos ni queremos ejercer

Sólo la he visto en fotos. Es una diseñadora gráfica con un gran saber hacer y ese olfato que ya tienen muy pocos por el cual son conscientes de que el blanco también es un color. Es muy guapa y veinteañera larga. Nació en Kenia, ha vivido en medio mundo, y sus padres, Jose e Isabel, son de Cadaqués porque quieren ser de allí, que es una de las mejores formas de ser de todas partes y de ninguna. Un día Tana recibió un encargo: tenía que ayudar a su madre a maquetar un libro que ésta había ideado como un regalo muy especial y cariñoso para Jose. Parece ser, relatan las crónicas, que la diseñadora keniata empezó con ilusión pero que, con el tiempo, como se trataba de un encargo familiar, el trabajo se convirtió en compromiso y el compromiso en hartazgo, y su madre, desesperada porque no iban a llegar a tiempo, le afeaba la conducta y le metía lógicas prisas. Al final, nuestra diseñadora acabó de mala gana y a contrapelo (se dejó tildes, comas y alguna que otra cosa más por el camino: lo he visto) y envió la maqueta a su madre, vía correo electrónico, acompañada de una lacónica y contundente sentencia: "Ahí tienes tu puto libro".

La historia de Tana es el epítome de las relaciones que los padres de rancio abolengo progresista, algunos demasiado tardíos -como padres, no como progresistas- acabamos teniendo con nuestros hijos: una mezcla maléfica de miedo al trauma que no tuvimos y al autoritarismo que no quisimos ni queremos ejercer. Una explosión de carga afectiva, por ambas partes, y un desapego excesivamente racional a lo que en realidad somos: seres humanos que nos equivocamos todos los días. Por otro lado, el "ahí" (despreciativo), el "tienes" (en menudo embolado me metiste), el "tu" (es cosa tuya), el "puto" (adjetivo para reafirmar la seguridad en uno mismo) y el "libro" (sustantivo referencial necesario), conforman una frase que, de particular, debería pasar a categoría universal de la expresión del cariño tímido e inmenso en forma de ironía.

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