El pelele, fofo, desarticulado, salta, se mueve a gusto del patrón que por algo es su dueño. A diferencia de Pigmalión, el patrón no ha querido dotarlo de alma y si la ha tenido, se la ha quitado para manejarla a su gusto. Porque el alma del pelele es su independencia, que se agudiza en personajes vivos del folklore español, como el cipotegato de Tarazona (Zaragoza). El otro tipo de pelele, representado en el célebre cuadro de Goya, es la metáfora del abuso que lleva a la impotencia.

¿Cuál es el pelele que nos representa ante la Europa que nos ha dejado sin soberanía? Un país que no puede definir, por ignorancia, los caminos para llegar a sus metas, acaba, siempre, secuestrado y encadenado al poder ajeno. Es un pelele, diga lo que diga este Gobierno, que nos vende como victorias el simple acto de levantar, de vez en cuando, la cabeza. Si este Gobierno pintase algo en Europa, no hubiese permitido que se nos impusiera el antisocial impuesto del IVA, ni la abusadora -por constante e injusta- disminución de salarios de los funcionarios. Y su anunciada y demagógica disminución de ediles es el tímido recuerdo de la Casada Infiel de García Lorca en aquello de "y casi por compromiso", a lo que hay que añadir "cuan largo me lo fiáis", debido a que no se impondrá hasta futuras elecciones municipales. Es un paso ridículo dado los millones de pasos que ya tendrían que haber dado, pues sigue sin hacerse la reforma estructural que, desde tanto tiempo venimos señalando, que nos libraría de gastos que se están equilibrando con ingresos espurios. El patrón (Europa), no se entera de que tenemos el mayor paro del Continente, que seguimos sin crecer y que nuestra enfermedad no se cura con solo aspirinas y paracetamol.

Frente a este sumiso plano exterior, el Gobierno se venga, se desahoga -en el plano interior- alanceándonos con Decretos-Ley, que van carcomiendo la moral de los españoles, que vislumbran día a día un panorama más incierto donde los problemas no se solucionan sino que se aparcan, engordando dentro de la más estricta ley natural. Seguirá la gran estafa de Bankia, motivo más que relevante en los males del país, ocultándose tras las columnas de humo negro donde se están quemando las esperanzas de los perjudicados, que son en general España entera y en escala superior los accionistas, los tenedores de preferentes y de obligaciones subordinadas. La certera denuncia de Rosa Díez tardará más de 10 años en fallarse, siguiendo el mismo camino del caso Gürtel, en la misma disposición del caso Urdangarin, que como primer paso ya ha empezado a pudrirse con la no imputación de Cristina de Borbón, de cuya familia ya tienen Vds. referencias. Acuérdense del caso Carlos Fabra, Señor de Castellón. Seguirá la cantinela de la herencia recibida, celestial recurso, escalera sin apoyos en el vacío, chupete de un niño para el que no pasan los años o los meses.

Sin embargo no caen en que apelar constantemente a la herencia recibida es el argumento del que reconoce su fracaso. Seguirán las medidas esculpatorias e inútiles, favorables a los más ricos, como es el caso de la amnistía fiscal para los que han sacado los capitales de España. Los traerán cuando les interese, sin tener que pasar por Hacienda, de la misma manera que se los han llevado.

La nueva Ley de Costas es otro apaño, que diluye en el tiempo el disfrute de muchas construcciones ilegales en dominio público, con su circo de arbitrarias excepciones y "donaciones". Seguirá este maremoto que lo arrasa todo, inclusive el turismo que debería estar ya colocado en el altar de lo intocable. Seguirá el Partido Popular mintiendo por turno riguroso.

Antes fue Montoro, con su desafortunada conversación con Ana Oramas, ahora es Andrea Fabra, que lanzó del géiser de su alma la lamentable frase de ¡que se jodan¡, cuando se daba un hachazo a los pensionistas. Y encima se disculpa diciendo que la frase iba dirigida a los socialistas. ¿Con qué se van a joder los socialistas si no son pensionistas, ni sufren en estos momentos las mordidas de sus compañeros de casta?

En fin, seguirá aumentando el paro, la pobreza. Los ricos serán más ricos y los políticos seguirán con sus privilegios embutidos, sin vergüenza, en sus uniformes que les distinguen como medianías. Y sin embargo, seguirá saliendo el sol y la luna todos los días. Al menos eso espero?