La retirada de un programa de humor de la televisión autonómica por parodiar el origen de Coalición Canaria es más grave de lo que puede parecer a simple vista. Lo que la cadena pública denomina eufemísticamente "contenido inapropiado" no es más que censura pura y dura; o lo que es lo mismo, eliminar cualquier atisbo de crítica a los que detentan el poder, aunque se trate de un sketch humorístico en un programa de diez minutos. Estamos ante otro ejemplo de que algo no marcha bien en el funcionamiento general de la comunicación, pública o privada. El escepticismo, la desconfianza y la incredulidad son los sentimientos dominantes entre los ciudadanos con respecto a los mas media y muy particularmente a la televisión. Es curioso que sea en tiempo de crisis (económica, política y social) cuando retornan con fuerza recobrada nuevas formas de censuras y manipulaciones. Y no me refiero exclusivamente al programa del grupo teatral Abubukaka en la cadena pública canaria, porque al fin y al cabo este hecho es solo la punta de un gran iceberg tras el que se esconde un auténtico entramado de control de la opinión pública en beneficio de los intereses partidistas de quienes gobiernan. Vivimos un tiempo donde la programación seria e imaginativa es sustituida por seductores programas insulsos (¿el nuevo opio del pueblo?) que distraen a los ciudadanos en nombre del mejor de los mundos y les apartan de la acción cívica y reivindicativa. Habrá que preguntarse si para determinados poderes públicos -y privados- la programación rigurosa y comprometida está siendo incómoda y si no estará sobrepasando su estado óptimo, su punto culminante, para entrar en una fase en la que todas sus cualidades se transforman en defectos y todas sus virtudes en vicios. La mayoría de los ciudadanos se ha dejado seducir por la televisión del chismorreo histérico y del griterío sin sentido que le divierte y le entretiene. No es capaz de comprender los riesgos que supone dejarse llevar por la fascinación de una televisión que practica hasta el paroxismo la lógica del suspense y del espectáculo mediocre.