Si Beppe Grillo, Pepito Grillo en versión italiana, suma mayoría en los comicios de hoy y mañana, será como la 'peineta' del sur de Europa al llamado 'austericidio' decretado por el Norte. Perdón por las comillas, pero los recortes para salvar un neoliberalismo cadáver empieza a tener tanto de sainete como de tragedia. Con su inmortal Comedia del arte, Italia es maestra en el arte de la burla dolorosa y del drama bufo. Allí y aquí es Pepito Grillo la voz informal de la conciencia, el consejero invisible que previene del error o del porrazo irreflexivo. Ellos consagraron el nombre de un personaje imaginario con presencia en todas las culturas, y son ellos los que hoy y mañana pueden convertirlo en símbolo del desprecio popular a una clase política inepta y corruptible. No será la primera vez que un bufón coseche votos electorales, pero nunca como ahora se había dado la posibilidad de una mayoría sarcástica que proclame el hartazgo de un sistema insostenible. El día después de la hipotética victoria de Grillo, en medio de la exagerada abstención que se anuncia, sería el del estupor de una parte de Europa y del mundo, y la carcajada de la otra parte. Quién sabe lo que puede pasar con el pacto de mayoría parlamentaria. Grillo y Berlusconi presentan afinidades, pero si el tinglado de Monti se descalabra, como parece, y el de Bersani hace ascos a un gobierno polichinela, no sería descartable el cómico en la presidencia del gobierno.

Bromas aparte, que son muy tristes, la bofetada a los poderosos de la Eurozona que sería ver a Monti hundido y menos votado que un payaso, no solo conlleva una impugnación de todas las consignas de los últimos años, sino que presagia un desenlace incierto de la crisis a poco que los líderes del saqueo verán lo que les espera y pongan las barbas a remojar. Si queda de manifiesto el fracaso, no ya de los dirigentes elegidos sino también de los intrusos colocados a la fuerza con todos los apoyos de la troika, como si fueran el ejército de salvación, la política europea no tendrá más salida que parar y someterse a autocrítica. La sociedad no se cree sus dogmas ni traga las ruedas de molino del "no hay más remedio" "es inevitable" y demás apoyaturas del recetario pornocapitalista. Se hace casi obsesiva la evocación de los procedimientos tradicionales para salir de una crisis, como las devaluaciones de las monedas y otros remedios también bloqueados por la llamada unidad monetaria. Los euroescépticos ya eran muchos antes de la crisis, y los países que renunciaron a la moneda única no son precisamente los más cuitados del continente. A la invocación de "más Europa" habrá que mirarle de una vez los adentros y verificar sus porcentajes de realidad y de cuento chino. Viendo lo que ya se ve, el dogma acabará en jaculatoria. Pepito Grillo está llegando a lo mas alto de su aventura política. Italia tendrá que dejarse de bufones declarados y pechar con lo que hay, pero si los gobernantes pasar una vez más del aviso, lo tienen crudo.