Para actividad de riesgo, estar empadronado, es decir, tener una existencia oficial, un curro, un DNI, una cuenta bancaria. Todo eso, que en nuestras sociedades solo garantizaba, en principio, una vida aburrida, resulta ahora más peligroso, mucho más, que escalar el Himalaya.

-Peor es no tener papeles.

Lleva usted razón. Pero tampoco pretendíamos ponernos en lo peor. Hay vidas infinitamente más malas que las nuestras, pero se trataba de establecer la comparación con uno mismo, con sus padres, sus primos, sus hermanos€ Pongamos que usted es clase media de un país del llamado primer mundo, un país como España. Usted ha ido al colegio, al instituto, quizá a la universidad. Había una planificación exterior. Usted se levantaba de la cama, abría el grifo de la ducha y salía agua. Descolgaba el teléfono y escuchaba la señal de llamada. Los semáforos funcionaban, lo ladrones robaban, la policía los cogía y usted sabía a qué barrios no debía acercarse. Cuando nacía un hijo, se le registraba, se le ponían sus vacunas, se le abría una cartilla de ahorros y a algunos hasta los hacían del Barça o del Madrid. Clase media en todos los sentidos. Navidad, Semana Santa, verano, aniversarios, bodas de plata, de oro, jubilación con reloj chapado en oro, etc. Todo ese orden externo permitía a quien así lo deseara alimentar una vida interior desordenada.

Entiéndase: una vida interior desordenada también de clase media. Así, entre el interior y el exterior de las personas se generaba una tensión enormemente saludable para los dos ámbitos. Esa tensión se ejemplificaba a veces en la relación de los adolescentes con sus padres en la medida en que los primeros son pura interioridad y los segundos pura exterioridad. El caso, mire usted, es que el mundo progresaba y cuando a usted le llamaban de su banco para darle un consejo sobre sus ahorros, usted lo aceptaba a ciegas, porque el mundo nos daba confianza. Pero usted, ahora, ha devenido en una especie de escalador que tiene que mirar a cada instante dónde coloca el pie, a qué roca se agarra. Para actividad de riesgo, en estos momentos, salir de la cama cada día.