Tengo fama entre mis amigos de ser un metepatas de primera categoría mundial. Todavía, por ejemplo, me veo perdido por remotos barrios de Praga, cayéndome la noche encima y sin saber decir más de dos palabras en checo, tras abandonar su mítico castillo por una salida equivocada, creyendo en mi optimista error que de ese modo evitaría aglomeraciones turísticas. Caminé horas y horas, alejándome cada vez más de mi destino. De no haberme topado con un hotel en que chapurreaban inglés, creo que hubiese llegado hasta Eslovaquia. Metí la pata, es decir, hice algo inoportuno y desacertado. También he sufrido mis lapsus línguae, mis resbalones involuntarios al hablar. Pero sé bien que se trata de dos fallos diferentes. Si alguien dice "tengo un pastor animal" por "tengo un pastor alemán", comete un lapsus línguae. Si alguien (como un servidor hace poco en Aveiro: aún sigo colorado de la vergüenza) le pide un café solo a una gentil camarera portuguesa y confunde el género gramatical, le estará demandando nada menos que una prestación sexual un tanto compleja: estará metiendo la pata. De modo que me confieso pecador: meto la pata y caigo en lapsus.

La periodista Mariló Montero está cobrando merecida fama por sus meteduras de pata en la televisión pública. Pero ella las llama lapsus (mal hecho) o erratas (mucho peor). Días atrás, comentaba en su magacín La mañana una carta que "el entorno" de la niña Asunta Basterra Porto había remitido a TVE y que terminaba con la abreviatura "Q.E.P.D." En un momento dado, dijo la señora Montero: "La firma es Q punto, E punto, P punt?" Como un rayo, otro colaborador del programa acudió en su ayuda: "No, eso es 'Que en paz descanse". Tiempo faltó para que las redes sociales se hiciesen eco de la enésima metedura de pata de la presentadora, bien en plan rechifla, bien con tono indignado. Pero flaco servicio se prestó a sí misma Mariló Montero cuando quiso disculparse. Tras repetir que fue un lapsus (que no lo fue: fue una metedura de pata) y asegurar que lo sentía enormemente, se descolgó con una perorata embolismática (o sea, enredada, ininteligible) que no hay cristiano que la entienda: "Dicho aquí sobre todo es una errata por lo que pido que este tema además quede ahí porque es un asunto que está rodeando la muerte de una criatura para que se produzca dentro de el [sic, con pausa entre la preposición y el artículo, sin la contracción obligada] rigor y el respeto en el que está implicada la propia noticia y la protagonista de la misma" (advierto que no escribo ningún signo de puntuación porque, al tratarse de un sinsentido inoportuno y desacertado, de una metedura de pata agramatical, no tengo ni idea de dónde iría). Pues no, ni es lapsus línguae, ni es errata ("equivocación material come- tida en lo impreso o manuscrito") confundir Q.E.P.D. con las iniciales de la firma de un ciudadano o de una ciudadana: es una tremenda metedura de pata debida a ignorancia impropia en un profesional. Y disculparse metiendo más la pata con tal párrafo mixti fori (o sea, imposible de deslindar con claridad) tiene difícil perdón en quien cobra de lo que a usted y a mí nos detrae Hacienda, máxime cuando ni es la primera ni la décima vez que tal ocurre. Porque mis callejeos desorientados por los arrabales de Praga o mi muy desacertada confusión entre los significados de "bica" y "bico" en portugués permanecen en el ámbito de lo privado, y han de ser resueltos con angustia interior el uno y, acaso, con una severa reprimenda por parte de la camarera afectada el otro. Pero si uno cobra de lo público por hablar en público es su obligación hacerlo muy requetebién. Con "rigor y respeto", en efecto. Y quien no sepa hacerlo que se marche a meter patas, lapsus y erratas a otra parte, a la parte donde le rían las gracias que no tiene.