Después de ver en la madrugada del domingo al lunes a la neumática Katy Perry montada en un dron, sobrevolando el University of Phoenix Stadium en el intermedio de la Super Bowl, puede afirmarse que el público está rozando el umbral de su capacidad de asombro. ¿O no? Es evidente que entramos en una nueva era en el desarrollo del hardware: los avances en programación y diseño de aplicaciones y herramientas digitales buscan, cada vez más, nuevos soportes. Del PC se ha dado el salto a los móviles y a las tabletas. Aparecen relojes inteligentes, en un efecto más de la propagación de internet y las comunicaciones de banda ancha a los dispositivos cotidianos. ¿Acaso no sabe usted que ya puede controlar la lavadora desde su smartphone? En este contexto, uno se puede imaginar perfectamente que el cacharro que elevó a la Perry a las alturas estuviera conducido con un i-Phone...

La integración de la red en nuestro entorno físico, más allá de los aparatos con pantalla -táctil- y teclado para gobernarlas, es un hecho. También, la tendencia de combinar los nuevos inventos con el concepto de app. Es el caso de Uber: el negocio al que recurren los usuarios con necesidad de moverse en coche por las grandes ciudades, que no quieren coger un taxi. El nuevo modelo de transporte público ha puesto los pelos de punta a los autónomos y las grandes compañías del sector, que cuestionan su legalidad.

La idea es la siguiente: usted contrata y paga a través de la aplicación los servicios de un conductor, que cobra el 80% de la tarifa. Uber se queda el 20% restante. El servicio promete ser rápido, barato, limpio y efectivo. Y la mayoría de las críticas de los consumidores así lo atestiguan. De hecho, la empresa, creada por el empresario canadiense Garret Camp en 2009, ha conseguido implantarse en más de 200 ciudades en el globo.

Además de comprobar los antecedentes penales de sus conductores, Uber anuncia ahora que probará un servicio de coches sin piloto, en una investigación acordada con la Universidad de Carnegie Mellon (Pensilvania, EEUU). El no va más, una carrera "sin conversación", sin empleados, sin costes extra. Y espérese, no sea que en breve suban al cliente en un dron.