Días atrás, después de ver unas fotos de una niña cristiana degollada en Irak y un reportaje de cómo crucificaban y ejecutaban a miles de cristianos árabes de Irak y Siria, pude ver cómo tratan los yihadistas a los cristianos. Sin más remedio me fui a dormir, no podía aguantar tanta injusticia, un genocidio como el del Tercer Reich, y quizás como consecuencia tuve un extraño sueño, tan extraño que seria un milagro que fuera realidad. Soñé que el Papa argentino se dejaba de demagogia y en la plaza de San Pedro hacia un llamamiento como si fuera el papa Urbano II a todos los cristianos del Mundo y a las naciones que todavía creen en la justicia, con un único fin, liberar a los cristianos árabes de Oriente Próximo del yugo del integrismo, soñé que por fin por una cruzada y causa justa se formaba un ejército internacional bajo el mandato de Naciones Unidas, un ejército cristiano para evitar el genocidio de los hermanos cristianos, también soñé en una guerra justa que derrotaba al ejercito islámico IS y conseguía por medio de una resolución de Naciones Unidas una franja de territorio entre Irak y Siria, un Estado Cristiano Árabe, una especie de Antioquía cristiana donde los cristianos no serían ciudadanos de segunda categoría sin derechos y dejarían de estar bajo el yugo del Islam, la nueva Israel muy cerca de la tierra santa cristiana, un trozo de tierra ganada con la sangre y el sacrificio de tanto nazareno como dicen los yihadistas, un lugar donde cualquier persona pudiera ejercer sus creencias en libertad y respeto, donde no se asesinara a nadie, sería como la nueva Antioquía, muy cerca de Jerusalén y muy cerca del cielo, un lugar de paz y una patria para las víctimas del holocausto cristiano.

Jesús Alberto Reyes Cornejo