La Provincia - Diario de Las Palmas

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Calafateando

Pedro José Gordillo y Ramos

Guía de Gran Canaria sigue estando en deuda con dos importantes personajes que tienen mucho que ver con esta ciudad: el canónigo Pedro José Gordillo y Ramos y el compositor de música francés Camille Saint-Saëns. Gordillo y Ramos fue diputado por Gran Canaria; presidente de turno de las Cortes de Cádiz según reglamento del Congreso y uno de los ponentes redactores de la primera Constitución democrática que se aprobó en España, la de 1812, conocida por todos como La Pepa por ser aprobada el día de San José. En Cuba, adonde fue confinado por suponer un permanente dolor de cabeza para la jerarquía eclesiástica del momento, fue arcediano de la Catedral de La Habana y maestrescuela de la misma; a él se le confinó en la lejana isla caribeña como a nuestro don Miguel de Unamuno en la isla de Fuerteventura por idénticos motivos. Hijo Predilecto de Gran Canaria e Hijo Predilecto de su ciudad natal, Guía, 168 años después de su muerte, en su residencia habitual del casco histórico de La Habana, a unos pocos metros de la Catedral. Allí en la calle Empedrado y frente a la Bodeguita del Medio me cupo el honor siendo concejal de Cultura el homenajear al insigne hijo de Guía colocando una placa conmemorativa de nuestro Ayuntamiento junto a la tarja cubana, descubriendo ambas con el historiador de La Habana Dr. Eusebio Leal Spengler.

Nadie pone en duda la dimensión política y cultural que representa este hijo predilecto convertido con el paso del tiempo en un verdadero talismán para cualquier municipio que lo hubiera visto nacer. ¿Imaginamos -escogiendo un ejemplo al vuelo- qué hubiera ocurrido de haber nacido Gordillo en Agüimes? Sin embargo Guía, solar donde vio la luz primera y donde correteó su infancia y juventud nunca se distinguió por reconocerle con plenitud sus merecimientos. Reparemos de cuánto barniz de ilustración están carentes los responsables llamados a poner donde se merece tan preclaro hijo de Guía. En la actualidad hay preocupación de los técnicos, alertados por el riesgo de derrumbe de su casa natal, desmigajada por el paso inexorable de los años y su abandono. El Cabildo por su parte lleva años dando palos con el rabo tratando de negociar su compra a unos dueños que no existen. Siendo yo concejal de Cultura me visitó un matrimonio cubano de mediana edad que venía de paso a un país europeo, afirmando que eran los auténticos propietarios del inmueble, por lo que estaban interesados en saber por cuánto lo compraba el Consistorio. Ante esto les pedí papeles que demostraran ser sus legítimos dueños, y lo único que me exhibieron fue un documento del Registro de la Propiedad que habían sacado unos minutos antes, cuya última anotación registral está fechada en abril de 1917 y ser su propietario un transmarino residente en Manzanilla, Cuba, Enrique del Rosario Jiménez, apellidos que nada tenían que ver con los de los supuestos familiares. Es fácil imaginar que me faltó tiempo para despacharlos.

En una visita que hizo a Guía la por entonces presidenta del Cabildo Mª Eugenia Márquez, en el salón de plenos donde estábamos reunidos, con la contrariedad indisimulada del jefe y algún otro fatuo instalado en la dimensión de la nada, le dije que lo tenía fácil: el inmueble amenaza desplome, por lo que el Cabildo puede hacer expediente de expropiación forzosa, los técnicos valorar la propiedad e ingresar el importe en un Juzgado (todo está tipificado legalmente para el caso), transcurrido el tiempo establecido sin reclamación de parte interesada pasa automáticamente a ser propiedad municipal. Así de fácil. ¿Intuyen lo que ha ocurrido? Lo de siempre; y hoy en este inquietante y prometedor s. XXI, en cuanto a poner en valor la riqueza cultural que nos ocupa, el Cabildo se sumerge en una oscura nebulosa esterilizante. El patrono mayor de la Fiesta de las Marías y esposo de la heredera de Villa Melpómene, Luis Miguel Arencibia, me comentó no hace mucho que el consejero de Cultura del Cabildo, Larry Álvarez, se puso en contacto con ella para ver la posibilidad de su compra. Ello tuvo lugar hace ya algún tiempo y ahí quedó la cosa. Así que tanto lo de la compra y convertir en "Museo Camille Saint-Saëns" la Villa Melpómene como rehabilitar la casa natal de Gordillo convertida en "Museo de Las Constituciones", todo cara al cada vez más importante turismo cultural en la zona, son dos ejemplos de la incuria -y diría más-, de la manifiesta incapacidad de quienes están al frente de instituciones que debían velar por la excelencia y puesta en valor del patrimonio tangible e intangible que han heredado de sus mayores. Ante esta triste realidad, lo único que queda a los que nos duele el displicente abandono es ponernos a llorar por las esquinas. No hay otra.

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