La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cada cosa en su sitio

Cantos de sirenas contra Rivera

Después de lo acaecido en las elecciones andaluzas, el PP se abre al entendimiento con todas las opciones que no cuestionen el sistema. Eso dice Esperanza Aguirre, que, junto a Cristina Cifuentes, han mutado en sirenas cantarinas frente a la navegación de Ulises Rivera. Según ellas, Ciudadanos es lo mismo que el PP y estarían encantadas de acogerlo en su seno. El motivo aparente es gestionar una mayoría que les garantice los cargos a que aspiran, pero la intención oculta es la de las sirenas que intentaron el naufragio del rey de Itaca. La titularidad de la derecha no admite intrusos y su supervivencia pasa por abducir y desacreditar las variables ascendentes que les "robaron" gran parte de los diecisiete escaños perdidos en el Parlamento andaluz. Madrid es ahora el objetivo nuclear del joven líder catalán en las elecciones de mayo.

Claro está que en La Odisea fue Ulises el ganador. Pero nos lo ha enseñado un pobre rapsoda ciego del que las nuevas sirenas saben más bien poco. En lugar de cantar, tendrían que leer. Porque en lectura actual, lo de Andalucía imprime un giro copernicano al tablero de las previsiones electorales y ese giro es el del cambio incontenible, anhelado incluso por un amplio segmento conservador. Si en la percepción del común no hay identidad entre el PP y Ciudadanos, que crece con votos negados al primero, el canto tentador es estéril. Las gentes de Rivera tienen su gran oportunidad y no van a malbaratarla en pactos dominados por la prisa de tocar poder. Ítem más: si han advertido al PSOE que no se moleste en llamarlos mientras no depure a imputados, la limpia en el PP habría de ser igual o mayor.

Abrirse a todas las opciones sistémicas es una llamada que no excluye a IU (bien testado en Extremadura) ni al mismo PSOE. La gran coalición sigue viva en los cálculos de la derecha, aunque no sea el momento de especificarlo cuando la voluntad -unilateral- de apoyar la lista más votada se ha desvirtuado tras la sorpresa andaluza al exigir un compromiso análogo, y por escrito, de la otra parte. Obviamente, la del PP confiaba en ser la más votada. Y es falso que la corrupción no influya en el voto. Lo probable es que tal vez tenga razón el catedrático de Derecho Administrativo Andrés Betancor cuando analiza las diferencias entre la corrupción que prima el lucro de las personas, como fue la conservadora, y la que beneficia primordialmente al partido o el sindicato, como ha sido la del socialismo andaluz. De que no son la misma cosa nos ilustra el triunfo de Susana Díaz.

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