Un tinto de Tenerife o de Cabo Verde. Una noche agradable bajo la lluvia. Un patio de la Casa de Colón reconvertido en cenador. Macaronesia en estado puro. Afortunadas gentes de ambos archipiélagos convocadas por Binter. Todo estilo, buen gusto y música, sones y voces populares. De Cabo Verde y de Canarias. Al final, como colofón de una inolvidable velada, un mano a mano entre Domingo Rodríguez el Colorao y Abelardo el Tormento.