Ya sea con unos hábitos de vida más saludables, ya sea con la medicina regenerativa que con toda seguridad permitirá usar células madre, para crear órganos artificiales o para reparar tejidos de aquí a un tiempo prudencial, la longevidad de las personas batirá todos los récords hasta ahora conocidos. Imaginen que el hecho de cumplir cien años será tan habitual en el seno de una familia que, a pesar de la tarta y las velitas de rigor, fuese un cumpleaños más, sin llegar por ello a salirse de órbita como hoy ocurre con un evento de esa categoría. Serán nuestros nietos y bisnietos los que convivirán como la cosa más natural del mundo, con esos centenarios venerables y pozo de sabiduría para los que tengan la suerte de convivir a su lado. ¿A que se acuerdan ustedes de que los que nos han precedido -padres, tíos, abuelos, etc.- todos nos parecían entonces personas muy mayores aunque en realidad no lo eran, tanto es así, que todos serían mucho mas jóvenes de lo que somos algunos ahora. Formaban en su conjunto una institución, que a los niños de entonces pareciéndonos inmortales nos daban seguridad. Ya fuese la manera de vestir o la convicción con que nos hablaban, que todo el universo conocido se centraba en aquel reducido espacio de cada uno de nosotros. A lo mejor solo tenían año mas año menos, cuarenta o como mucho cincuenta primaveras -los abuelos claro, ya que las madres solo tenían treinta y a lo mejor ni eso-; sin embargo, eran por derecho propio "las personas mayores". Más adelante según corrían los años y el tiempo que corre como un meteorito en el espacio, nos fue regalando, corregidos y aumentados, muchos más años de los que ellos tenían entonces y aquí estamos nosotros ahora, con los hijos más que criados y los nietos se las apañan solos también y algún que otro bisnieto que anda correteando por ahí y que saben si me apuran hasta latín.

Sin embargo, nosotros los de la generación de posguerra, abuelos en su mayoría, ¿no les parece sin embargo que eso de representar una institución venerable, o cosas por el estilo, ya no encaja con nuestra manera de enfocar la vida? Aunque, eso sí, seguimos siendo como antaño padres, abuelos cariñosos e, incluso, bisabuelos algunos aunque al día de hoy nuestra vida de mayores vaya por otros derroteros. ¿Significará acaso que hemos descuidado nuestra faceta de alma mater familiar? De ningún modo, será más bien que también nosotros los del siglo veintiuno, sin darle mayor importancia, estemos ya inmersos en ese proceso que años vista se avecina. Si hoy aquel concepto de jerarquía se ha ido difuminando y los abuelos/as están en las discotecas,-es un decir- usan wasap e internet, viajan, etc., imagínense de aquí a cien años o menos. Dietas bajas en calorías según los expertos contribuyen, como es el caso de Japón, al mayor número de personas centenarias en todo el mundo. Aunque nos imaginamos que se vivirá bien la mayor parte de esos años si se alarga mucho la esperanza de vida y como consecuencia, habrá que seguir trabajando a unas edades impensables en estos momentos. Aunque si el desfase actual continúa y, la baja natalidad va en aumento, qué harán los futuros pensionistas cuyo futuro, incluso al día de hoy, se presta a especulaciones variopintas. El caso es ni más ni menos para los que hemos tenido la suerte de vivir para contarlo -retomando al Nobel García Márquez en su libro de memorias- que la capacidad de asombro nunca nos abandone, tampoco la ilusión y la esperanza nos den de lado y, por qué no, el buen rollito y las buenas vibraciones y a ver qué sale con todos estos ingredientes dentro de la coctelera de aquí a cien años.

Aunque todas las cosas positivas de las que somos capaces fuesen en aumento -buen rollito, capacidad de asombro, empatía etc.- también las diferentes crisis vitales de que como humanos somos portadores irían en aumento, con lo cual habrá tiempo para todo: las mujeres por ejemplo serán madres a los setenta aunque, como ya dijimos, estemos sin darnos cuenta inmersos en dicho proceso ya que las que hoy son madres a los treinta y cinco como la cosa más natural del mundo, antes lo fuimos a los veinte así que dicho proceso de estirar la vida al máximo no lo ha inventado nadie, es por el contrario un hecho natural según avanzan los conocimientos, a ver: nuestras madres, jóvenes años veinte y madres con cuellito hasta el último botón -etapa franquista-, nuestras abuelas con cintura de avispa y mangas imposibles, nuestras bisabuelas corregido y aumentado, etc. ¿y entonces, a las abuelas al día de hoy como les va? Pues lo que hace todo el mundo: usamos wasap e internet y vamos, si se tercia, a las discotecas -es un decir de nuevo-, imagínense pues de aquí a cien años.

Mary Reme VerdúArrecife de Lanzarote