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Javier Durán

'Cara a cara' del pasado

Deseable hubiese sido que el cara a cara de esta noche no fuese bipolar sino que respondiese realmente a lo que ya es vox populi: que el 20-D va a ser a cuatro bandas. Rajoy y su equipo han negado la mayor y se han dedicado a ir de plató en plató como si los adversarios no existiesen, algo que no deja de ser un desprecio frente a las aspiraciones de contraste de la sociedad. Esconder la cabeza debajo del ala y catalogar de inexistente a Podemos y a Ciudadanos ofrece en todo su esplendor el verdadero cisma entre vieja y nueva política. Dicho esto subrayar que Sánchez se la juega esta noche: tiene que demostrar sus agallas como candidato y ser capaz de frenar la fuga de votos, pero también erigirse como el líder que necesita el PSOE. Su candidatura flota en medio de una campaña sobre su capacidad, promovida por los suyos, cogida al lazo por Podemos y filtrada por Rajoy en su itinerario televisivo entre empanadas, Albariño y la nostalgia de Nino Bravo, donde siempre tiene unas palabras amables para Zapatero y lo cercanos que estuvieron como colegiales en León. Más claro que el agua: apagón a Sánchez, al que no ve a su nivel. Y tampoco faltan carantoñas para Felipe. El candidato socialista tiene su última oportunidad para agujerear la piel de cocodrilo de Rajoy, al que nadie todavía ha logrado poner en esta campaña entre la espada y la pared con los casos de corrupción. Tampoco él se ha dejado. Sánchez se la juega, los suyos se lo exigen. El Partido Popular, a estas alturas de campaña, ya tiene más que digerida una derrota que le obligará a buscar un pacto para poder gobernar. Llega Rajoy al cara a cara con su integridad dañada, pues él mismo ha promovido a Soraya como alternativa y como recambio en el caso de que Ciudadanos exija su cabeza para alcanzar cualquier acuerdo con los de Génova. Clarísimo está que Rajoy frente a Sánchez utilizará su mejor mantra: la situación en la que estaba España cuando ellos llegaron el Gobierno. Pero el verdadero reto de los dos será convencer de que sus engranajes van a contar con el aceite suficiente para establecer alianzas poselectorales para gobernar. Por lo pronto, un cara a cara no es lo más eficaz para demostrarlo.

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