El presidente Clavijo dice que se acaba de enterar de que el anterior consejero de Sanidad, Morera, guardaba en una cajonera los datos reales y sangrantes de las listas de espera. Error de cálculo o simplemente ocultismo. La sanidad canaria vuelve de nuevo a proyectar una imagen de deterioro. ¿Lo último? Hace meses que profesionales de la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) del Hospital Insular hacen acopio de fuerzas para denunciar públicamente lo que al fin han denunciado estos días: que esa UMI es un caos, que el colapso del servicio obliga a suspender operaciones en el Hospital Insular y que los pacientes de Intensivo ocupan 14 camas de Despertar y comparten espacio con los de Reanimación. Ante eso los riesgos de infecciones son evidentes y según los denunciantes, trabajadores del servicio, se han producido muertes que muy bien podrían estar vinculadas con la falta de atención médica adecuada. Que investiguen. Les recuerdo que los enfermos que acaban en la UMI vienen de sufrir procesos quirúrgicos o diagnósticos que, no siendo graves, en muchos casos pueden agravarse fácilmente por su merma física, lo que hace incompatible la relación con la vida. Por si los jefes del Área Sur del SCS, que llevan meses intimidando a los trabajadores para que no denuncien, creen que pueden minimizar el problema, que estén atentos: los sanitarios están tan hartos de que les ninguneen que tienen casi decidido parar las mentiras del sistema sanitario denunciando ante la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Canarias los atropellos que sufren ellos y los enfermos. Y hacen bien. Como debían hacer los enfermos oncológicos a los que se les retrasa el tratamiento de radioterapia o los que llevan meses en lista de espera con dolencias que se agravan hasta convertirlas en crónicas.

No sé por qué los peores políticos de las islas han sido consejeros de Sanidad; Brígida Mendoza, Mercedes Roldós o Morera son un buen ejemplo. Espero mucho del nuevo consejero, J. M. Baltar. Conozco su trayectoria y creo que si se lo propone nos vamos a beneficiar de su habilidad para separar la paja del trigo, público de privado.

Baltar no es médico pero sí un hombre honesto que nos puede sacar del fango de sus antecesores.

Ojalá.