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Viva la revolución

O Stalin, o Trotsky. O el socialismo en un solo país, o la revolución permanente. Stalin dejó clara, pocos años después de la revolución rusa, su postura acerca de que la victoria del socialismo era manifiestamente posible en un solo país. Trotsky estaba convencido de que la revolución rusa sería el desencadenante de nuevas revoluciones en el mundo capitalista. La necesidad de extender la revolución a otros países para, precisamente, consolidar el carácter socialista de la revolución rusa, era un buen argumento a favor de la "revolución permanente" de Trotsky. Hay que elegir. O una televisión revolucionaria en una sola cadena que no nos avergüence convirtiendo el ocio del proletariado en una apología de la ignorancia y de la grosería, o una revolución permanente televisiva que luche para que todas las cadenas extirpen de su programación a todos los Jorges Javieres, Íkeres, Mercedes Milás, Cárdenas y Bertines Osbornes. Yo me quedo con las tesis de Stalin aplicadas al mundo televisivo.

Revolución en un solo país, y ese país es La 2. La revolución permanente es imposible porque programas como Aquí la Tierra tienen tan poca fuerza como el Partido Comunista en los Estados Unidos de Trump, y es imposible luchar contra Gym Tony, las bodas de Los Gipsy Kings, los cambios de Cámbiame y las entrevistas a Andy y Lucas en El hormiguero. Sólo nos queda desarrollar la revolución en el país de La 2 cuidando las noches dedicadas al cine español, los delicados documentales de Paraísos cercanos, la melancolía de Wallander y las deliciosas Mañanas de cine que recuperan el espíritu revolucionario de los cines de barrio. Si admitimos que La 2 es la única manera de llevar adelante la revolución que supone una televisión generalista, entonces entenderemos que el objetivo de la Internacional Televisiva será el mismo que el de la Internacional Comunista: no promover una imposible revolución mundial, sino contribuir a la consolidación del estado soviético. Así, El intermedio de Wyoming no es un programa de La 2, pero sí contribuye a la consolidación del proyecto de La 2. Viva la revolución, aunque sea en un solo país.

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