Por enésima vez (cuarta, para ser exactos), encuentro publicadas en LA PROVINCIA las mismas frases sesgadas, sacadas fuera de contexto y aun poniendo citas inexactas referidas al capítulo 5 de mi libro Voluntad. La fuerza heroica que arrastra la vida. En Carta a mis sobrinos, publicada el 18 de septiembre, Elisabeth López Caballero quiere hacer de buena tía previniendo a los hijos de sus hermanos de una sociedad de misóginos y machistas. Para ello, no se molesta en consultar la fuente original, sino que hace un copy+paste de algunas frases que circulan por las redes y que ya previamente había citado Javier Durán con la misma falta de criterio e inexactitud y sin consultar la fuente original en un artículo de opinión del día 9 de julio, El Doctor, de este mismo periódico. Basándose en éstas, el Sr. Durán difama mi persona en un estilo pendenciero, con expresiones tales como "voraz misoginia debida a un pene pequeño" o "está gripado por una relación sentimental disuelta". Creo que es de mal gusto utilizar este tipo de expresiones contra un individuo con nombre y apellidos, pero, cuestiones estéticas aparte, si se va a hacer una crítica literaria, hay que hacerla bien, y no atribuir a un autor citas que no son suyas. De hecho, podría constituir un delito contra el honor utilizar falsa información o tergiversada para desprestigiar a un autor.

La tía Elisabeth también podría haberse molestado en buscar alguna de las aclaraciones que circula por Internet sobre la polémica. De hecho, LA PROVINCIA publicó el 21 de julio un artículo en que se dice bien claro en titulares "El acusado de misoginia en el IAC aclara que se tergiversó su texto" y se desmienten todas esas falsas interpretaciones, y viene ahora la tía ésta a darnos lecciones de moral sin enterarse ni saber de la misa ni la octava parte. No estaría tampoco de más que les aconsejase a sus sobrinos que se leyesen un texto antes de publicar una crítica en la prensa sobre el mismo, a ver si conseguimos que las nuevas generaciones tengan más afición por la lectura de libros en vez de pegarse a las pantallas del ordenador o los móviles. Lo dudo.

Veamos una por una las citas que Doña Elisabeth me atribuye, cinco entrecomilladas y ninguna correcta (alguien tendría que explicarle a esta chica que no se puede poner entre comillas algo que no es una cita textual):

"La empresa de una mujer es su marido o amante". Cita incorrecta. La frase real que aparece en el libro es: "La gran empresa de la mujer ha sido, es, y parece que seguirá siendo su marido, amante, novio o compañero sentimental; lo demás es complemento". Además, puede dar también impresiones erróneas si se desliga, como se ha hecho, de las líneas que preceden tal afirmación: "Muchas empresas tienen los hombres en mente, y muchas empresas tienen las mujeres en mente, pero, en el caso femenino, hay una que se destaca sobre todas las demás, aunque pueda no ser la única". Es decir, mi intención fue decir que la empresa más importante de la vida de una mujer es su vida familiar, pero no es la única de sus empresas. Al haber truncado la cita, queda la impresión errónea de haber dicho que la única empresa de la mujer es cazar marido.

"Hay cierta verdad en que todas las mujeres son putas". Cita incorrecta y sesgada. El párrafo completo que habla de ese tema es realmente: "Se dice a veces que todas las mujeres son unas putas, lo cual me parece algo exagerado y demasiado despectivo, pero que encierra cierta verdad de fondo. No es cierto que lo sean todas o la mayoría de ellas, y tampoco me parece adecuado el calificativo de puta, como expresión vulgar de prostituta pues, rigurosamente hablando, tal término debe referirse exclusivamente a la profesión de ofrecer unos servicios sexuales a cambio del pago inmediato por los mismos. La verdad que subyace es que, entre los atractivos que muchas mujeres encuentran en las relaciones amorosas, está el del beneficio o la ventaja que ello les pueda conferir en el mundo real. Tras el idealismo aparente, se encierra con frecuencia mucho pragmatismo. También ello puede ocurrir en los hombres, pero no es tan usual." Como se ve, algo muy distinto que un simple decir "todas las mujeres son putas". Realmente, estoy diciendo justo lo contrario: que no me parece bien hacer uso del término "puta" o "prostituta" para referirse a los hechos mencionados.

"Las mujeres leen el Cosmopolitan y el Hola para conspirar y encontrar un hombre que las mantenga (?) ¿Cómo pretenden que no las vean como objetos sexuales si ellas solo piensan en eso?". Otra cita inventada y sacada fuera de contexto que se puede interpretar mal separada del resto de las líneas que la acompañan. El texto del libro dice realmente: "Y lo curioso es que precisamente las propias mujeres que hablan tanto del interior de la mujer, en vez de preocuparse por ensanchar sus horizontes intelectuales más allá de los títulos académicos o profesionales, en vez de leer a filósofos clásicos, en vez de preocuparse por cuestiones de alta trascendencia en los acontecimientos políticos mundiales, en vez de eso suelen comprarse revistas como Cosmopolitan u ¡Hola! y leerse los trucos de belleza y de seducción o enterarse de los flirteos de la alta sociedad. ¿De qué se extrañan entonces estas mujeres de que las consideren objetos sexuales, si ellas mismas no piensan en otra cosa? Por el contrario, entre mujeres de mayor valía, que están al margen de la coquetería femenina ramplona y se interesan más por cuestiones intelectuales de peso, es raro oír observaciones estúpidas como la importancia del sexo en los hombres. Es una trivialidad que no merece la pena ni mencionar. Una conducta ésta mucho más loable". Se dice bien claro que no se habla de todas las mujeres como lectoras de revistas frívolas, sino sólo de las vulgares.

"[las mujeres] preferimos vivir sin pensar que pensar la vida". Tampoco es una cita textual sin sesgos que clarifiquen el contexto de la expresión. La cita correcta es: "No estoy criticando la capacidad de las mujeres para la reflexión abstracta, sino su disposición. La filosofía parece, según observo, tener un carácter más masculino. La mujer está más interesada, en general, en vivir sin pensar que en pensar la vida. A ellas no les interesa para nada saber las causas de su amor. Esto también ocurre en muchos hombres, de acuerdo, el vulgo masculino también ocupa un espacio amplio, no se trata de defender la masculinidad. Sin embargo, según observo, el carácter del hombre está más predispuesto a ver el mundo desde una perspectiva reflexiva, racional, alejada de perspectivas subjetivas de sentimientos. Es una cuestión de voluntad, de propensiones, de inercia del ser, no de capacidad o inteligencia. La mujer puede reflexionar tan bien como el hombre si quiere, pero su naturaleza le lleva muchas veces por otros senderos."

"Las feministas son las verduleras del pueblo". Casi?, pero tampoco esta vez ha sido capaz de poner entrecomillada la cita literal que era: "¡Feministas!, esas verduleras de pueblo que no atienden a razones y su único argumento es '¡sois todos unos machistas!'. Feministas: capaces de criticar a todos los grandes filósofos de la Historia, desde Aristóteles hasta Nietzsche, diciendo 'son todos unos machistas'.

Lo que han hecho Elisabeth López o Javier Durán se llama tergiversación: escoger algunas citas de modo sesgado y también modificando las palabras textuales para que parezca que un autor dice otra cosa de lo que realmente dice. Cierto que hablo mal en mi libro de las mujeres en general, pero tampoco hablo mucho mejor de los hombres, soy bastante pesimista con respecto al género humano en general. Además, en varios lugares del capítulo se menciona que se habla de la mujer ordinaria, vulgar, no de las mujeres extraordinarias, que las hay, no hablo de "todas las mujeres".

¿De dónde han sacado pues estas interpretaciones deformadas de mi obra Javier o Elisabeth? El origen está en la tuitera Carmen González Magdaleno, quien se define a sí misma como feminista, comunista y "prototipo de mujer polimórficamente sensible". Esta feminista no tiene otra cosa mejor que hacer que patalear histéricamente llamando a alguien machista todos los días en su cuenta de Twitter, y decidió poner a principios de julio en su página una selección de textos de uno de los capítulos de mi libro. Un pésimo ejercicio de comentario de textos que desfigura y distorsiona el significado de la obra. Esto arrastra a una ralea de seguidores que repiten a coro una ristra de improperios. El centro de investigación donde trabajo, el Instituto de Astrofísica de Canarias, sin haber leído el libro ni nada más que los cotilleos de Internet, decide eliminar ipso facto mi página web personal, donde no estaba el contenido del libro pero sí se mencionaba la existencia de tal como parte de mi currículum de publicaciones junto con algunas reseñas del mismo, y hacer una proclama pública de que se desvincula de las opiniones de mi libro por ser contrarias al compromiso de políticas de igualdad de género a la que el Instituto se ha adscrito. Todo ello sin haberme siquiera preguntado mi opinión al respecto. Si hubieran leído el texto íntegro, verían que no hay nada en él contra las políticas de igualdad, pero, ante el ruido producido en las redes sociales, decidieron actuar rápidamente y dar crédito a la interpretación sesgada de la tuitera polimórficamente sensible y la turba enfurecida de seguidores que reclamaba el linchamiento mediático del autor del libro.

La obra, Voluntad, no es tampoco un tratado sobre la cuestión particular del género. Es una obra filosófica de muy amplia temática. La escritura de la obra tiene pasajes con cierta virulencia en sus exhortaciones, propio del estilo apasionado de una filosofía irracional, aunque también ocupa una amplia medida el pensamiento sistemático y metódico de un científico. Es un libro de filosofía salvaje, indómita, que cuestiona todos los valores de nuestra sociedad, sumergiéndonos en un nihilismo, pero que busca con esperanza la verdad, la belleza y la bondad a pesar de todo; es el cabalgar furioso de un guerrero a lomos de su caballo que todo lo arrasa a su paso para terminar alcanzando la meta de una tierra prometida junto con su amada imaginaria: Voluntad. Hay mucho en esta obra de carácter dialéctico, en el sentido de ofrecer argumentos y contraargumentos, puntos de vista enfrentados. Nada más lejos del dogma esta obra que se manifiesta como una continua búsqueda. Abunda la cal y la arena, no podemos quedarnos sólo con la cal y olvidarnos de mencionar la arena, a no ser, claro, que se busque deliberadamente hacer quedar mal al autor del libro.

La cuestión de la mujer es tratada, pero no es el tema central de la obra. Durante muchos siglos ha preocupado el tema vivamente a las mentes más sobresalientes del pensamiento y en el polémico capítulo 5 se recogen las citas de insignes pensadores o escritores: Nietzsche, Oswald Spengler, Rousseau, Kierkegaard, Sándor Marai, Freud, Herbert Marcuse, Cervantes, Pío Baroja, Jacques Barzun, La Rochefoucauld, Oscar Wilde, Lichtenberg, Kant, Schiller, Stendhal, Osho, Baudelaire, Richter, Lérmontov, Schopenhauer y otros. Hablar de la mujer por separado del hombre es de hecho una práctica muy actual, dado que son hoy pocos los temas donde no salga a relucir algún libro con título como "La mujer y/en...", en el que se tratan diversas cuestiones tal y como han sido vistas por algunas mujeres, sólo que yo lo hago desde un punto de vista políticamente incorrecto. No, no soy ningún misógino, ni abogo por la discriminación de las mujeres, ni por que deban dedicarse a sus labores como amas de casa, ni en ningún momento se habla de la mujer como un ser inferior, menos inteligente, menos capaz,... pero sí se señalan diferencias entre la feminidad y la masculinidad más allá de los constructos sociales, y sí se señala la diferente voluntad en la mujer con respecto al hombre, en el sentido de perseguir diferentes fines. En cualquier caso, se habla desde la generalidad; en ningún momento se dice "todas las mujeres son así". Bien al contrario, se señala textualmente que "hay mujeres excepcionales como hay hombres excepcionales, dejaría de creer en la raza humana si no fuese así. (...) Admiro envidiablemente a las grandes mujeres, independientemente de la atracción sexual, no en la medida en que se acerquen a una conducta o pensamientos masculinos, sino en cuanto que, desde su propia posición femenina, alcanzan cumbres que los hombres no sabían ni que existían. Hay, entre las mujeres, pájaros de altura, mujeres que precisamente por ser más excepcionales en su sexo cobran mayor valor. El mismo Schopenhauer, misógino de pro durante toda su vida, cambió su posición al final de su existencia: 'No he dicho la última palabra sobre las mujeres, creo que cuando una mujer logra sustraerse a la masa, es decir, sobresalirse por encima de ella, es capaz de engrandecerse ilimitadamente y más que los propios hombres'." Y dentro de la propia feminidad, admiro su característica más humana: el amor. Digo así textualmente en el mismo capítulo 5: "El amor, sí, es el gran cielo en que lucen las mayores conquistas femeninas. Por él vive la mujer, por él sufre, por él muere si hace falta. La mujer es capaz de mayores sacrificios. Y en cuestión de su papel de madres, ¿qué no harían por sus hijos? La abnegación de unas esposas que cuidan a sus maridos enfermos sin esperar nada a cambio es otra de las muchas virtudes frecuentes en la feminidad. El heroísmo de una mujer que es capaz de entregarlo todo por amor, más allá de las conveniencias, es escaso, pero cuando se da sobrepasa en mucho la nobleza masculina. Loados sean los corazones de los ángeles sobre la Tierra."