La televisión autonómica será un desastre (se desliza desde hace más de una década por una decadencia profesional y programática lamentable) pero al menos ha servido para reflejar, como un espejo palcolor, la idiotez, el arribismo y la sórdida irresponsabilidad de las fuerzas parlamentarias que velan por nuestro bienestar en el gobierno y en la oposición. El mandato de Santiago Negrín como presidente de la corporación pública no fue ciertamente inmejorable, pero es que sus insuficiencias, torpezas y despistes tuvieron que surfear sobre una ley particularmente obtusa y disfuncional -la promulgada por coalicioneros y socialistas a finales de 2014- gracias a la cual la oposición descubrió que podía reventar virtuosamente la cadena pública y acusar en paralelo al Gobierno autónomo de reventar la cadena pública. Era maravilloso: un consejo de administración como trinchera desde la que bloquear lo bueno, lo malo y lo regular y -en algunos casos- insistir en que lo mejor para que las cosas cambiaran es que la externalización de los informativos siguieran en manos de la misma empresa per secula seculorum. Recuerdo que después de la dimisión de Negrín los mismos exorcistas -encabezados por Román Rodríguez- clamaron para que el Gobierno de Fernando Clavijo nombrara un administrador a fin de que la televisión canaria no quedase semihundida a partir del próximo día 1. Pasaron unos días y no, descubrieron que no, que el administrador único debería nombrarlo en Parlamento. A ver qué proponían los de CC para decirle que no.

Se han pasado quince días o veinte días tonteando bellacamente. El grupo parlamentario de CC se instaló en una pachorra inicial y a José Miguel Ruano -cabe imaginar que fue Ruano- se le ocurrió la peregrina idea de proponer a José Carlos Naranjo Sintes, una sinécdoque de la Audiencia de Cuentas, como administrador único de la corporación audiovisual. Es como encargar a un profesor de Pilates bajo sospecha de tendinitis el desalojo de un edificio en llamas. No, no, protestó Rodríguez, cada día más Rodríguez de sí mismo. Así que NC se puso a hablar con Podemos, con el Partido Popular de oyente un tanto extraviado, y al expresidente del Gobierno se le ocurrió Paco Moreno, más o menos como siempre. El PP se interesó hasta que descubrió que Moreno quizás había fantaseado en voz alta con volver a la tele -es un magnífico profesional que añora la televisión a diario- pero en absoluto había autorizado ser propuesto por Nueva Canarias, por Podemos o por nadie, y anteayer lo comentó con elegante precisión en un comunicado.

Y así se ha agotado el tiempo. Es extraordinariamente improbable que el administrador único consiga en menos de un mes garantizar la continuidad de los servicios informativos. Debe alquilar naves, montar plastas, comprar equipos técnicos, reorganizar plantillas. Una misión imposible gracias a esta cuerda de majaderos con o sin corbata a las que les importa un bledo el presente o el futuro de la televisión autonómica y la estabilidad laboral de cientos de profesionales. El señor Naranjo Sintes se sentará en la mecedora de administrador único la próxima semana. No, no se abrochen los cinturones. No vale la pena.