Señor alcalde: conoce usted la excelente relación de amistad que mantuvimos su padre y yo, coetáneos en estudios, aunque éstos los realizáramos en distintos centros. Como también, usted y yo somos conscientes de la excelente relación de afecto y consideración que mantenemos, usted como alcalde, y yo como vecino y residente del municipio de Las Palmas de Gran Canaria. Por eso confío en que usted llevará a cabo la realización de la sugerencia que le hago en este escrito.

Hace unas semanas cogí un taxi y, con toda la intención del mundo, le dije al conductor del mimo, "por favor, lléveme usted a la calle Francisco Jareño". El taxista, extrañado, casi con voz de asombro, me dijo: "¿Francisco Jareño..., Francisco Jareño..., ¿dónde está esa calle?" Yo le indiqué: "Por favor, diríjase hacia el Teatro Pérez Galdós, a la altura de la Estación de Guaguas, que cuando lleguemos yo le indicaré". Así lo hizo. Y cuando paró el coche a la altura del semáforo y paso de peatones, me indicó: "señor, ¿aquí es dónde usted me indicó?" Le contesté: "efectivamente y esta es la calle Francisco Jareño". "Ah -espetó el taxista- ¿pero ésta no es la Avenida Rafael Cabrera?" "No señor -le indiqué-Rafael Cabrera comienza allí delante, una vez se cruza la calle Miguel de Cervantes? Es más -le añadí- el nombre de Francisco Jareño existe desde mucho antes que se hiciera Rafael Cabrera". "Pues es la primera vez que oigo que esta calle se llama Francisco Jareño; ¿y quién fue ese hombre?" Y empecé a explicarle al buen taxista quien, muy educado, por cierto, escuchaba con atención.

Francisco Jareño y Alarcón nació en Albacete en 1818 y falleció en Madrid en 1892. Fue un muy destacado arquitecto español del siglo XIX, autor de alguno de los más notables edificios oficiales del reinado de Isabel II. Realizó grandes proyectos, especialmente el palacio construido entre 1865 y 1868 en Madrid que acoge las sedes del Museo Arqueológico y la Biblioteca Nacional, considerada como la obra de mayor envergadura proyectada por él. Jareño ingresó de joven en el seminario diocesano para seguir estudios eclesiásticos, y permaneció en él por espacio de nueve años.

Alumno de la recién creada Escuela Superior de Arquitectura de Madrid (1844), de la que llegaría a ser director (1874-1875), finalizó sus estudios en 1848, aunque no recibiría el tí-tulo de arquitecto hasta 1852, después de una pensión que le permitió realizar algunos viajes por Europa, viajes que continuaría más adelante, igualmente pensionado, por Inglaterra y Alemania.

Fue discípulo de los arquitectos académicos Inclán, Colomer, Álvarez, Zabaleta, De la Llave, Cámara y Peyronnet, y en 1855, cuando comenzaba realmente su carrera profesional, ganó la cátedra de Historia del Arte en la Escuela de Arquitectura. Durante dicha carrera realizó en Madrid la desaparecida Casa de la Moneda, el Palacio de Bibliotecas y Museos (hoy Biblioteca Nacional y Museo Arqueológico, 1862-1892), su obra más importante, y el Tribunal de Cuentas (1863). En Las Palmas de Gran Canaria realizó el Teatro Tirso de Molina (hoy Teatro Pérez Galdós), con diseño original de Jareño antes del incendio que lo devastó en 1928 y su posterior reconstrucción.

Francisco Jareño y Alarcón fue el arquitecto elegido para llevar a cabo el nuevo teatro. El 27 de abril de 1867 se expusieron los planos del edificio que abrió sus puertas el 6 de diciembre de 1890. La compañía de Madini puso sobre la escena La Traviata en la noche en la que el recinto se inauguró.

A los dos días de su fallecimiento, la Academia de San Fernando, en sesión celebrada el lunes 10 de octubre de 1892, le rindió homenaje con las palabras del académico Pedro de Madrazo quien afirmó: "la pérdida de Jareño es muy sensible, pero las dotes que en él concurrían, la nota distintiva del carácter era la lucha y la tenacidad en sus proyectos. Con esta nota logró ocupar un lugar muy distinguido ente sus compañeros".

En este año 2018 se cumplen 200 años del nacimiento en Albacete de Francisco Jareño Alarcón y comoquiera que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria culminará muy pronto la remodelación de la Estación de Guaguas, sería oportuno que la ciudad a la que aportó su sabiduría y arte en la emblemática obra del Teatro Pérez Galdós, con señalización, destacara el nombre del famoso arquitecto en sendas placas representativas del nomenclátor de nuestra Real Ciudad.

Y sería oportuno también que la corporación encargara al doctor Juan José Laforet, cronista oficial de Las Palmas de Gran Canaria, la redacción de sendos textos explicativos que ilustren las denominaciones de las contiguas Plaza de Stagno, por una parte, y la calle que nos ocupa de 'Francisco Jareño Alarcón, arquitecto del Teatro Pérez Galdós'.