La isla de Gran Canaria siente una gran predilección por el pino y los pinares. Es un árbol corpulento, de hoja perenne, recio, de gran porte y resistencia, incluso es capaz de resurgir después de haber sufrido el paso de las llamas como, tristemente, ha ocurrido el pasado mes de agosto. Cubre gran parte de nuestras más altas cumbres, sobre todo su casquete central; no es su hábitat a partir de los 2.000 metros de altitud, por lo que es capaz de sobrevivir sin ningún inconveniente en cualquier cota sobre el nivel del mar en nuestra isla redonda. El pino y los pinares constituyen un arraigado motivo espiritual, podríamos decir que litúrgico, que nos hace permanecer atentos, vigilantes, ante las circunstancias triunfantes o adversas de la vida...

Cuando los conquistadores castellanos arribaron a la bahía de Las Isletas, en 1478, nuestra ínsula se encontraba totalmente cubierta de vegetación, sobresaliendo el pinar, incluso en su vertiente sur, sotavento; también destacaba el fayal-brezal. Abundaban las fuentes, arroyos y riachuelos por donde discurría permanentemente el agua cristalina de manera radial desde las más altas cumbres hasta alcanzar la orilla del mar. Nuestra accidentada orografía, con sus acusados barrancos, da buena prueba del fluir del agua por las abundantes lluvias, muchas veces de manera torrencial, a través de los siglos.

Por lo expuesto, no es de extrañar que nuestra Virgen del Pino eligiera como morada en esta tierra canaria la frondosidad de un alto pino, donde apareció el 8 de septiembre de 1481, en el valle de Therore. Cuentan los autores del siglo XVII que subiendo a Teror los conquistadores, en aquel reparto de tierras hecho por Pedro de Vera, oyeron decir a los canarios gentiles, que hacía más de cien años que veían a la imagen de la Madre de Dios en un pino muy alto de aquel valle. Diego Henríquez escribe que "quando ellos llegaron a merecer la fortuna de su dichosa presencia, avía ya más de cien años que aparecía en el pino".

Unas veces la acompañaban como una estrella de mucho resplandor; otras como un personaje maravilloso. En lo alto del pino en algunas ocasiones, en otras donde está su templo, rodeada de luces y haciendo en contorno un círculo, se volvía a su lugar. Cuando los hispanos vieron en Teror la imagen de la Virgen en lo alto del pino corrieron al Real de Las Palmas a contar al obispo don Juan Frías lo sucedido. El prelado, a toda prisa, se personó en el lugar, levanta los ojos al árbol exuberante y corpulento, y no ve luces ni resplandores; pero sí la imagen venerada por los canarios con tanto amor y fidelidad. Estaba sobre una piedra, rodeada de dragos y culantrillo. El obispo, cayendo de rodillas reza en silencio.

La historia de Teror está sistemáticamente unida a la Virgen. La imagen del Pino forma parte indisoluble de la formación de esta villa como núcleo poblacional. La creación de la parroquia y su segregación de la Iglesia del Sagrario de Las Palmas se produce en 1514, y el nombre de Teror suena en las primeras actas conocidas del Cabildo Catedral en el mencionado año, al tomar posesión de la "Iglesia de Santa María de Therore", y se le da título de villa en la visita de Gabriel Ortiz, el 8 de octubre de 1590.

Han sido tres los templos que han cobijado a la venerada imagen de Ntra. Sra. del Pino; la primera edificación era sencilla, de una sola nave y con su espadaña. La segunda construcción contaba ya con tres naves, y fue inaugurada en 1600, y se mantuvo en pie hasta 1760, fecha en que se demolió y se inició la tercera y actual iglesia, señera y majestuosa, terminada en 1767, y declarada basílica menor en 1916 a propuesta del obispo Marquina Corrales, quien también sugirió el patronazgo sobre la Diócesis de Canarias en 1914.

Teror y Valleseco son dos pueblos hermanos y estrechamente unidos con una identidad común a través de la historia, por su geografía, vecindad, religión, costumbres y sentimientos. No en vano, el municipio de Valleseco formó parte del de Teror hasta 1842, en que consiguió la independencia. Tal es la cooperación recíproca entre ambos municipios que para perpetuar esta unión se llevó a cabo oficialmente su Hermanamiento el 19 de mayo de 2001. También nuestra parroquia matriz fue la de Teror, hasta el 22 de noviembre de 1846, en que se segregó de la villa mariana. A grandes rasgos, hagamos un poco de historia.

Hacia el año 1737, cuando Valleseco contaba 120 vecinos, según las crónicas, se reúnen en Teror y se solicita licencia para la construcción de una ermita a la "honra y gloria del Señor San Vicente", firmada por los comisionados y "los más vecinos que supieren", y se comprometieron "con todos sus bienes habidos y por haber y para siempre", no sólo a la construcción, sino a dotarla de todos los objetos necesarios para el culto. En el año 1740, conseguidos ya todos los trámites por parte del obispo de la Diócesis, comienzan los primeros trabajos para la ermita, que quedaría finalizada en mayo de 1746. El día 15 de mayo del mencionado año, una vez concluida la obra, vuelven a comparecer nuevamente en Teror los vecinos de Valleseco comprometiéndose de nuevo ante notario eclesiástico y escritura pública a su custodia y mantenimiento.

El día 26 del mismo mes en curso don José Ignacio Suárez del Toro, párroco de Teror, bendice la primigenia ermita de San Vicente Ferrer de Valleseco y celebró en ella la primera misa, y el día 30 del mismo mes y año, lunes de Pentecostés, es trasladada la imagen del santo dominico procesionalmente desde la iglesia parroquial de Teror donde se custodiaba (era la segunda iglesia dedicada a Ntra. Sra. del Pino) a su nueva morada de Valleseco, celebrándose así la primera fiesta. El documento parroquial dice textualmente: "Colocóse el Santo en su ermita el día 30 de mayo de 1746, día del Señor San Fernando y segundo de Pascua del Espíritu Santo. Hubo grandísimo concurso de toda la Isla. Predicó a su colocación el Reverendísimo Fray Miguel Padilla de Figueredo de la Orden del Señor San Agustín". Esta es la razón por la que nuestra fiesta patronal sea siempre "el lunes de Pentecostés". Y, como ya hemos indicado anteriormente, la creación de la nueva parroquia de San Vicente Ferrer tuvo lugar el año 1846; casualmente, justo un siglo más tarde. Hemos de agregar que esta parroquia tiene patronazgo compartido con otra advocación mariana, Ntra. Sra. de la Encarnación.

Debemos añadir en este apartado que el día 12 de noviembre del año 1996 la imagen de San Vicente bajó a Teror en peregrinación con masiva concurrencia de fieles para conmemorar precisamente tres efemérides; a saber: 250 años de la subida de la imagen desde Teror a Valleseco, y la celebración de la primera misa en su ermita; también se cumplían los 150 años de la creación de la nueva parroquia. Regresó de nuevo a su templo el día 15 del mencionado mes, en olor de multitud, que le rindió sincera pleitesía.

Ante la triste adversidad que nos ha tocado vivir el pasado mes de agosto, ahora nos disponemos a acoger a nuestra Patrona Ntra. Sra. del Pino. Nos hubiera gustado que esta visita hubiese sido por otros motivos más acordes a otro acontecer; pero esta tierra hospitalaria, aferrada a sus costumbres y tradiciones, orgullosa de su pasado, e inquebrantable en sus convicciones la va a recibir con los más altos honores y la más calurosa de las acogidas.

Queremos darle muy especialmente las gracias por preservarnos de las llamas, que no se produjeran víctimas mortales, a pesar de la virulencia del fuego. Supone un altísimo honor para todo el municipio de Valleseco que nos visite, que la tengamos entre nosotros en esta recta final de su periplo por todos los municipios afectados por el devastador incendio; también lo es por la deferencia que ha tenido de realizar a pie un único peregrinaje precisamente desde nuestro templo parroquial de San Vicente Ferrer a su santuario-basílica de la villa de Teror.

El Ilustre Ayuntamiento de este pueblo descubrirá una escultura tallada en piedra, bicolor, azul de Arucas y amarilla de Ayagaures, que se ubicará en la Plaza Municipal, obra del escultor vallesequense don Ángel Rosario, para perpetuar en la memoria colectiva esta visita histórica. Además, esta Corporación Municipal, con todos los aciertos, ha tenido a bien nombrarla Alcaldesa Perpetua del Municipio de Valleseco; seguidamente se le hará entrega del Bastón de Mando. Hay sobrados motivos para ello, ya que Teror y Valleseco, Valleseco y Teror, han ido siempre de la mano, y, juntos, hemos formado y formamos una identidad común. ¡Bienvenida seas, Virgen del Pino, hoy, mañana y siempre!