Tantas jornadas de confinamiento sirven, sin duda, para reflexionar y sacar conclusiones de todo tipo. Centrándome en un aspecto muy concreto, no puedo por menos que unirme con entusiasmo a una corriente de opinión que sitúa a los contenidos impartidos en las ofensivamente denominadas Marías como nuestros auténticos salvavidas en esta cuarentena. Dicho de otro modo, las que están manteniendo nuestros cuerpos y espíritus a flote. Injusta expresión acuñada durante el franquismo para referirse a las áreas que se superaban con facilidad, sin apenas esfuerzo y carentes de importancia, incluían, entre otras, la Música, la Plástica o la Educación Física.

Será porque desde que nací me ha encantado cantar, bailar y hacer deporte, pero ya desde mi época escolar me llamó la atención (por supuesto, para mal) la escasa relevancia que se le concedían a aquellas asignaturas en los planes de estudio, una tendencia que se ha perpetuado hasta el día de hoy. En los horarios escolares siguen prevaleciendo las sesiones dedicadas a las asignaturas fundamentales, mientras que las Marías casi estorban, generándose la discriminación de ciertas áreas de aprendizaje. Los padres no consideran que sus hijos deban dedicar apenas tiempo a estas asignaturas, ya que tienen que centrarse en superar las "importantes", y los alumnos, disfruten o no con las "prescindibles", siguen el consejo de los padres y fijan su afán en aprobar Lengua y Matemáticas. Incluso los profesores dejan a menudo de creer en aquellas, favoreciendo su asequibilidad.

Bien es verdad que hace más de cuatro décadas se desconocía la existencia de las inteligencias múltiples. De ahí que los saberes se cifraran sobre todo en dos, asociados a las Ciencias y a las Letras. En consecuencia, los progenitores han convenido tradicionalmente que sus hijos deben dirigir sus energías a superar las materias troncales (en especial, las Matemáticas y la Lengua). Si un alumno las suspende debe repetir. Sin embargo, si no aprueba Plástica o Educación Física, el asunto se subsana. Es el propio sistema educativo el que favorece la minusvaloración de unas asignaturas frente a otras y, como es lógico, ha dado lugar a notables fracasos académicos y a incuestionables vacíos personales generación tras generación.

El hecho cierto es que con cada principio de curso llega el nuevo horario de las clases y ambos grupos de asignaturas (a saber, las principales y las secundarias) figuran bien diferenciadas. Las primeras multiplican notablemente su peso en horas (y, por consiguiente, en el currículo) respecto de las segundas. El tiempo que dedican los estudiantes a Lengua, Matemáticas, Sociales y Naturales es muy superior. Sin embargo, paradójicamente, son los conocimientos sobre Filosofía, Música, Plástica o Educación Física los que les proporcionan competencias fundamentales para su desarrollo. Así, uno de los objetos de estudio de la Filosofía es intentar conocer la estructura del pensamiento y elaborar razonamientos eficaces. La Música es una forma de expresión que, lejos de constituir una simple distracción, invade numerosos momentos de nuestra vida. Por lo que se refiere a las Artes Plásticas, se alzan como un medio de comunicación muy anterior al lenguaje escrito, sirven como base para multitud de campos profesionales y se erigen como una puerta abierta a la creatividad. Y, en cuanto a la Educación Física, se ha demostrado que la práctica de ejercicio resulta fundamental para mantener una adecuada salud física, mental y, si me apuran, hasta espiritual. Conocer las distintas vías de ejercitarse y los beneficios que conllevan puede ser el antídoto que combata una vida sedentaria, origen demostrado de innumerables patologías. No seré yo quien niegue la necesidad de conocer en gran medida la Lengua y las Matemáticas, pero creo que condenar tan a segundo plano las competencias musical, artística, física y espiritual nos perjudica individual y colectivamente. A mi juicio, ha llegado la hora de cambiar de mentalidad en varios ámbitos de innegable repercusión social. Ojalá que estos duros momentos que nos está tocando vivir nos ayuden a ello y seamos capaces de construir un modelo mejor de sociedad.