Nunca se ha disfrutado de un nivel de salud tan elevado como en la actualidad. En su libro Utopía, Tomás Moro consideraba la salud como el placer supremo y a la medicina como la más útil de las artes. Aunque estamos lejos de vivir en Utopía, la primera preocupación de los modernos sistemas sanitarios debería ser para los enfermos atendidos en los hospitales públicos. Las primeras referencias de hospitales públicos datan del siglo III AC en la India, pero fue la medicina islámica en el siglo IX la que creó la primera versión de los modernos hospitales en los que no solo se atendía al que lo necesitara, pobre o rico, viejo o joven, sino que servían para formar a estudiantes, profesores y para mantener actualizados a los médicos que ejercían. En este ambiente ejercieron Avicena, Iben an-Nafis y Maimónides, tres de los médicos más sabios de la Antigüedad. Al primero se le debe la edición del Canon, un verdadero tratado de medicina interna; al segundo, el descubrimiento de la circulación pulmonar; al tercero, doce tratados médicos, algunos de los cuales siguen estando vigentes a pesar de que han pasado más 800 años desde que se escribieron.

Las primeras universidades se crearon en el siglo XII. Con ellas se inició el proceso de formación de los futuros galenos en las aulas universitarias aunque este proceso fue muy lento. Hubo que esperar hasta el siglo XVII para que inventaran el microscopio, el termómetro y el barómetro, lo que junto al descubrimiento de medicamentos como la quinina y extractos de plantas traídas del Nuevo Mundo, impulsaron la medicina y la investigación clínica. En el siglo XVIII se establecen los cimientos de la medicina científica mediante la búsqueda de medios de prevención de la enfermedad y diseminación del saber al mayor número de personas. La Revolución Francesa generó un nuevo sistema de entender la medicina con la creación de un sistema de salud pública contando con mejores escuelas de medicina y hospitales que ofrecieran oportunidades sin precedentes para la investigación clínica, la práctica de autopsias y la realización de estudios epidemiológicos. La reforma hospitalaria en Francia hizo del hospital público el centro de la asistencia sanitaria, de la docencia y de la investigación.

Dos de los avances más revolucionarios de la medicina se produjeron en el siglo XIX: la anestesia general y el control de las infecciones. Estos dos descubrimientos hicieron posible el desarrollo de la cirugía. El siglo XX fue una época dorada para la medicina por el descubrimiento de los antibióticos: de no contar con ellos, la mayoría de los pacientes graves que ingresan hoy día en los hospitales no hubieran sobrevivido hace tan solo 50 años. El desarrollo de la microbiología fue el punto de partida para la aparición de la inmunología y la medicina molecular. La epidemia de poliomielitis en Escandinavia y en EE UU durante la década de los 50 del siglo XX condujo al desarrollo de las primeras Unidades de Medicina Intensiva, parte esencial de los actuales grandes hospitales modernos. Con la posibilidad de poder mantener las funciones vitales de nuestro cuerpo, se posibilitó el trasplante de órganos y se consolidaron los principios éticos que deben gobernar la práctica de la buena medicina y de la investigación con seres humanos.

Canarias tiene cuatro hospitales públicos universitarios: dos en Gran Canaria y dos en Tenerife. En todos ellos se presta atención sanitaria de vanguardia y sirven como centros de formación sanitaria y de investigación, por lo que no está justificado el mantenimiento del monopolio del término "universitario" a favor de ninguno de los grandes hospitales públicos de Canarias. Es hora que uno de los cuatro hospitales universitarios de Canarias cambie su actual nombre por el de Hospital Universitario San Cristóbal de La Laguna, por ejemplo. Las actuales circunstancias demandan que la interacción entre los hospitales universitarios de Canarias tiene que dejar de ser un juego de contrarios para potenciar nuestro sistema público. Según un estudio reciente publicado en la revista PLoS Medicine, no existen pruebas de que el sector sanitario privado sea más eficiente, responsable o de mayor calidad que el público. Es más, el sector privado no solo incumple más habitualmente los estándares médicos de buena práctica y tiene peores resultados clínicos, sino que la supuesta eficiencia del sector privado no está demostrada, entre otras razones por los incentivos perversos que se emplean habitualmente en este ámbito que fomentan el uso de pruebas diagnósticas y terapéuticas innecesarias. Además, los autores de este estudio destacan la tendencia del sector privado a la opacidad, renunciando a presentar información transparente sobre sus resultados. Buen día y hasta luego.