Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy, y el resto de los candidatos de todos los grupos del arco iris, han perdido la perspectiva del problema, o mejor, del padre y la madre de todos los problemas: la campaña electoral debería ser una apuesta unánime por 'más Europa'. A los mercados que han organizado la destrucción pautada de Camelot, valiéndose de todas las artimañas que nos cuenta la leyenda del rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda, no se les convence para que desistan del acoso con escapularios de buenos propósitos de una confusa 'estabilidad presupuestaria' que por otra parte es muestra de elemental responsabilidad corporativa en condiciones normales de presión y temperatura. ¿Es muestra de cordura que todos los jóvenes nada más terminar la Universidad firmen obligatoriamente un documento prometiendo que nunca jamás gastarán más de lo que cobran, que en jamás de los jamases pedirán un crédito para el coche o una hipoteca para la casa? Eso sería una buena 'estabilidad presupuestaria' pero una completa tontería. Por eso los 'mercados' han ninguneado a la reforma exprés de la Constitución, y si al principio, como los chacales, olieron carne podrida en Grecia, luego fueron ampliando los objetivos. España, Italia y Francia, tres grandes países de la UE, con una deuda moderada, sin problemas reales de solvencia -lean, lean las estadísticas europeas, porque la charanga oculta a la sinfónica- están siendo chantajeadas despiadadamente para provocar su colapso financiero: que los intereses de la deuda suban tanto, que afrontarlos provoque un cataclismo interior. Hay que apostillar que esa subida está siendo artificialmente provocada. No responde a la lógica tradicional, entre otras razones porque en la actualidad los mercados ya no son los de antes; ni son los tradicionales ni a estos les importa la tradición; al contrario, como ni son conservadores, aunque los conservadores crean que sí, pobres ilusos, han perdido la noción del respeto elemental que llevó a las tribus a llegar a pactos que dieron lugar poco a poco a las convenciones que, sumadas, forman la civilización. Son intereses económicos que se han quitado la careta: quieren ser califas en lugar del califa.

Así que los países de la UE, lo que tienen que hacer, por su propio interés nacional, es pedir todos a una 'más Europa', no sea que ellos sean los próximos. Porque les puede pasar lo que decía aquel pastor protestante alemán, Martin Niemöller, exrecluso de los campos de exterminio: "Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, me callé, yo no era comunista; cuando encarcelaron a los socialdemócratas me callé; yo no era socialdemócrata; cuando vinieron a llevarse a los sindicalistas, me callé; yo no era sindicalista; cuando vinieron por los judíos, me callé: yo no era judío. Cuando fueron a por mí, no había nadie más que hubiese podido protestar".

Estos últimos 15 años han sido un estúpido a irresponsable paréntesis en la construcción europea. Gobernantes mediocres y endiosados relegaron las prioridades de la última hornada de grandes estadistas y se dedicaron a mirarse el ombligo; Tony Blair -que ahora pide unidad, en un nuevo ejercicio de oportunismo- la rompió cuando, con Aznar -el inductor- y Barroso se alió con Bush y fomentó la ruptura interna con enorme frivolidad y nula visión de futuro. Lo importante para el futuro de Europa no era ni Bush ni su guerra, sumun de la chapuza y la avaricia; era seguir subiendo peldaños en la unidad europea. De aquella obcecación, que fabricó mentiras de destrucción masiva que aún estallan con enorme poder destructivo, toman causa muchos de los síntomas del actual 'fin de ciclo'.

Rubalcaba (Zapatero ya está amortizado) y Rajoy deben esforzarse en el diagnóstico para acertar en la solución. Hay muchas ideas, y demasiadas ocurrencias, mucha aspirina pero poco antibiótico para atajar la infección, y no se ha subrayado lo fundamental: después de un tiempo de verlas venir hay que recuperar el sueño de la alternativa federal; y que esa Europa redescubra la ilusión, no solo como utopía ideológica, sino como eficaz solución. Cuando Europa vuelva a interesar a la gente corriente, los 'mercados-lobos' regresarán al redil.

(tristan@epi.es)