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LP CONFIDENCIAL

Juanjo Jiménez

Gobernar a barra libre

En el recuento 30 años después del 23- F se ha conocido que cuando los golpistas entraron en el barito del Congreso se pusieron hasta el tricornio en esa 'reunión de trabajo'. La verbena culminó con 24 botellas de vino, 19 de whisky, 16 cajas de cerveza, cuatro Moët Chandon y seis de Cordorníu, entre otras de coñac, anís y vermut. Además se fumaron 54.000 pesetas en tabaco y se mandaron otro tanto en espárragos, jamones, ternera, fruta, bonito, mermelada..., en fin. Que ahora se explica cómo no atinaron y se fueron los tiros al techo.

Pero el frangollo es que esto es muy latino y tropical, y no difiere de lo que llegó algo después. Cuando Adolfo Suárez fue presidente del Gobierno el atrezzo político era de lo más austero.

El coche oficial era un vetusto Dodge heredado y los problemas eran del tipo solucionar el precio del pan. Pero a medida que el pan se fue haciendo una vulgaridad para una élite política cada vez más alejada del peatón, las reuniones, comisiones y 'encuentros de trabajo' también pasaban hasta hace bien poco -y lo que queda- por lo mismo: gobernar a barra libre con tanganazos de whisky y jamón serrano. Aquí hay restaurantes que aún esperan por esas cuentas.

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