El alcalde Cardona cumple mañana sus primeros cien días de gobierno en Las Palmas de Gran Canaria, tras ganar el Partido Popular las elecciones municipales por mayoría absoluta, con un balance marcado por las luces de algunos gestos precursores de la austeridad que predicó durante la campaña, una imagen de equipo compacto muy distinta y distante del clima de guerrilla interna que reinó en las filas socialistas cuando su antecesor se hizo hace cuatro años con el bastón de mando, un talante sereno y dialogante que tuvo su mejor expresión en la exquisita elegancia con que metabolizó la victoria de San Sebastián en la carrera por la capitalidad europea de la cultura 2016 y su apuesta recurrente, aunque todavía sin concretar, por centrarse no sólo en el estímulo del empleo como una prioridad de su mandato, sino en el relanzamiento turístico de una ciudad que languidece e incluso se desmorona en aquellos tramos, como la segunda fila de Las Canteras, que eran hace décadas el talismán alrededor del cual giraba el atractivo capitalino para los visitantes foráneos.

El alcalde deberá prestar la máxima atención y cautela para que esas luces iniciales con las que inició su mandato no le deslumbren. El mayoritario respaldo electoral logrado en los comicios municipales de mayo le dan una amplia confianza, un apoyo innegable, que hay que saber administrar con responsabilidad, sin dogmatismos, y sensatez, con el mismo espíritu con el que animó la candidatura vencedora ante las urnas, que logró ilusionar a una ciudad en torno a un proyecto, uno de cuyos ejes esenciales es la voluntad no sólo de ajustar gastos, sino de predicar con el ejemplo de la austeridad. Por eso la contratación en el primer pleno municipal de un gerente para Guaguas Municipales con un salario de 96.000 euros, treinta mil más que su predecesor, pese a su brillante cualificación laboral, es un gasto más que polémico, sobre todo después del ahorro del Gobierno local, en pro de la austeridad prometida, en uso de teléfonos móviles y coches oficiales. La contratación de su cuñada, Cristina Reyes, para colocarla al frente del servicio municipal de Limpieza, una decisión tomada el primer lunes de agosto y después de que el alcalde dejara de alcaldesa en funciones a su número dos, María del Carmen Hernández Bento, se proyecta también como una sombra en la política de personal que se ha propuesto reformar Cardona en el Ayuntamiento, donde deben primar por encima de los criterios políticos o personales los profesionales.

La política de austeridad y control en el gasto debe ser compatible en el Ayuntamiento con el mantenimiento de determinados servicios sociales básicos. De ahí que el polémico argumento de las dificultades presupuestarias expuesto por la concejala para la paralización parcial de los servicios de atención domiciliaria a personas dependientes lo haya tenido que frenar en seco el propio alcalde ante la evidencia de que no se puede condenar a la depauperación a los ciudadanos más débiles e indefensos, entre ellos cientos de personas mayores, muchas enfermas y encamadas, que dependen de la asistencia domiciliaria para el aseo más elemental o para poder comer caliente. Ha acertado, pues, Cardona al actuar con humildad y reconsiderar los propósitos iniciales de la concejala de área, detener los recortes y avalar la continuidad del gasto con los mismos importes que se venían dedicando hasta ahora a la atención domiciliaria.

En el área de Cultura se estrenó el gobierno municipal, y Cardona en particular, con decisiones delicadas. Es correcto y procedente que Cardona y su equipo reconsideren el gran error cometido por Jerónimo Saavedra cuando asumió sin más ni más la financiación íntegra del Womad, hasta entonces financiado en su mayor parte por el Gobierno de Canarias a través de la Consejería de Turismo, sin siquiera fiscalizar como contrapartida la calidad artística de los sucesivos carteles del festival y permitiendo además que una única empresa monopolizara el grueso de las ayudas municipales a los grandes espectáculos. Ahora tendrá que cumplir su compromiso de buscar fórmulas alternativas sin entregar subvenciones a ciegas, de acuerdo con la inquietud por él mismo expresada cuando anunció que reconsideraría todos los compromisos adquiridos por el anterior gobierno municipal.

Con todo, queda aún mucho partido por jugar y Cardona sigue siendo la referencia electoral y social en que decenas de miles de ciudadanos depositaron su confianza, en la esperanza de que sería capaz de aportar entusiasmo y concebir proyectos para generar riqueza, prosperidad y, de rebote, seguridad. Le quedan por delante muchos retos para cuyo logro ya se han dado en algunos casos los primeros pasos: proporcionar agilidad a un Ayuntamiento lastrado en el anterior mandato por las interminables batallas intestinas en el grupo socialista; la búsqueda junto con el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y el Gobierno de Canarias de medidas políticas que favorezcan el ahorro, dejando atrás el lastre del pleito insular; resolver asignaturas pendientes en personal y servicios, y hay que citar aquí como logro el desatasco de los salarios impagados a mil operarios de parques y jardines; cumplir su promesa de visitar todos los barrios y colegios de la ciudad y llevar a buen puerto la recién anunciada candidatura a la capitalidad europea de la Juventud. Habrá que ver cómo pone en marcha el prometido foro del empleo para estimular desde el Ayuntamiento actividad económica que genere puestos de trabajo.

Al alcalde y a su equipo les queda mucho trabajo por delante: cumplir, concretar en la práctica sus promesas, ponerse manos a la obra para dinamizar la languideciente economía capitalina y, además, abortar cualquier gesto político que destruya su principal capital político: la confianza de la gente.