Si no sabes de lo que te preguntan mejor cállate. Es una regla que deberían grabarse los políticos en la frente, a fuego si es menester. Pero no hay manera. Hay alguno que si no demuestra estar a la altura de Stephen Hawking bien sea en una disertación sobre los agujeros negros, la teoría de la relatividad, la emigración de la mariposa emperador, el cultivo de la lubina cautiva conejera o el precio de la papa negra no descansa tranquilo.

Huelga decir que tal incontinencia verbal hace especial daño en asuntos en los que la sensibilidad social está a flor de piel y cualquier resbalón huele más a caza descontrolada de votos que a conocimiento profundo del tema. Viene esto a colación del jardín por el que se paseó el viernes el presidente del Gobierno, Paulino Rivero, al vincular violencia machista con inmigración. Un discurso peligroso, propio de los seguidores galos de Le Pen o de las pláticas mussolinianas de Berlusconi, pero sobre todo falaz. De las 16 agresiones mortales habidas este año en 11 casos el agresor era español; en las 73 muertes de 2010 hubo 46 asesinos españoles.

Rivero asegura que es una cuestión de cultura de los países y la regiones. Cierto, es una cuestión de cultura...