Quisiera yo saber por qué los medios de comunicación denominan "crucero de lujo" a los buques que atracan en nuestro puerto con dos o tres mil pasajeros, cuando es sabido que los de lujo no pasan de quinientos.

Me gustaría saber por qué se empeñan en que comamos productos saludables y nos venden pizzas con nombre del doctor tal o cual o yogures con no sé cuantos millones de no sé qué. O lo que es más ridículo: que todos los que aparecen en televisión para degustar algún tipo de plato típico de cualquier país o feria de pueblo digan siempre después de relamerse: "¡Pero qué rico!" ¿Es que nunca hay alguno que este malo?

Me pregunto por qué hay tanto hortera provinciano que cuando se iza la bandera de España o escucha el himno nacional mira para otro lado.

Me encantaría saber por qué todavía hay algún paleto que compra un piso porque el vendedor le dice que tiene jacuzzi como el culmen del lujo o algún pardillo despistado se hace un tratamiento con mascarilla de caviar para cobrarle su peso en oro, anunciado por unas modelos que curiosamente todas se parecen a Doña Letizia. ¿Será para que nos sintamos a cuerpo de rey?

Por qué a la señora Cervera la llaman la baronesa Thyssen cuando a lo sumo es baronesa viuda, o es como los presidentes americanos que mueren siendo former president.

Daría lo que fuera por saber por qué todos los jugadores de la Liga se santiguan al saltar al campo si la va a ganar el Madrid o el Barça. ¿O lo hacen para que no les marquen muchos goles? Cómo es posible, que alguien me explique, que el terrorista Bin Laden se gastase en perpetrar el 11-S solo 500.000$ y como consecuencia EE UU lleve ya más de tres billones de $.

¿Por qué cuando se habla de innovación siempre se sobreentiende que se hace referencia a la tecnología (informática, etc.) y no a la cultura? Cuando las industrias creativas son uno de los segmentos de la cultura más innovadores y rentables.

Querría saber por qué la culpa de la crisis es de los bancos que dieron créditos a quienes luego no han podido pagarlos y no de los que solicitaron créditos sabiendo que difícilmente podrían devolverlos.

En definitiva, la única razón que hace feliz al ser humano es la confianza en sí mismo por lo que no deberíamos seguir escenificando la discordia sino desde atrás abrochar la concordia, decía don Miguel de Unamuno que no debemos ser hijos de nuestro pasado sino padres de nuestro futuro: a ver si los políticos cogen algún recorte, en el amplio sentido de la palabra.