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Ángel Tristán Pimienta

De la Covid, el consejo

Dentro de muy pocas horas, días a lo sumo, el coronavirus habrá matado a un millón de personas en todo el mundo, unas 230.000 en Europa, casi 50 mil reales en España, entre las oficiales y las ‘oficiosas’ salidas de la diferencia entre fallecimientos habituales y los registrados desde enero, y de las proyecciones estadísticas; más de 160 en Canarias.

A pesar del escaso número de contagios y muertos en el Archipiélago en comparación con otros lugares, el efecto ha sido demoledor para su economía por la enorme dependencia del turismo. La segunda ola ha sido catastrófica. Todo lo que se había conseguido en la primera se ha perdido, la imagen en primer lugar, en buena parte por la ‘despreocupación social’ que basculó desde la alarma al relajo. Y por la falta crónica de medios de prevención y respuesta epidémica. Habrá además que analizar en su día dónde ha estado escondida la sabiduría y ese ‘talento’ visionario para todo del que algunos colectivos presumen para la captación de fondos.

La Unión Europea ha caído en la cuenta, de repente, de que no está a salvo de epidemias devastadoras, como las que siguen sacudiendo a África, donde solo la malaria, no contemos otros virus, bacterias y la mala vida que tan enorme ‘efecto salida’ provocan, mata al 90 % de los 800.000 decesos que se dan en el mundo. Cada año.

Ya Bruselas habla de homogeneizar el sistema de cuenta mortuoria; la realidad es que cada país parece que trata de hacerse trampas jugando al solitario. Sin embargo hay una gran diferencia entre los regímenes democráticos y los autoritarios: en las democracias hay más muertos estadísticos sencillamente porque hay más libertades y, ergo sum, más trasparencia y controles de la OMS; en los autoritarios, no cuadran los números, a no ser, dicho sea con una, espero que reconocible ironía, que todos los santos del cielo, ángeles, arcángeles y serafines estén detrás de los dictadores, como del chino Jim Ximping. La escasa mortalidad en Rusia tiene sin duda la explicable razón de los efectos curativos del vodka y la acendrada afición social a tomar diariamente varias y copiosas dosis de esta ‘medicina’.

Yendo por otro camino, el de las ‘lecciones aprendidas’, que tanto recomienda en sus conferencias el general Félix Sanz Roldán, ex JEMAD y ex jefe del CNI, algunas conclusiones parecen, y aplicando el principio de la ‘navaja de Ockham’ lo son, sólidamente indiscutibles. La ola de contagios y muertos reales se ha cebado más en donde el ‘Estado de bienestar’ es más precario. Dentro de la UE, España es uno de ellos.

Durante muchos años el espejismo del neoliberalismo, que es al liberalismo que toma causa de las Cortes de Cádiz como la música militar a la música clásica, ha socavado irresponsablemente, hasta el punto del suicidio colectivo, el sistema educativo, desde la enseñanza infantil a la universitaria, la sanidad y en especial sus especialidades preventivas y de salud pública, donde ni hay tanto hormigón (que rima con comisión) ni intereses de la privada, y con la atención a los mayores y dependientes.

De la noche a la mañana muchos ciudadanos se han percatado, ¡oh milagro!, de que, por ejemplo, la verdadera solución a las ‘listas de espera’ médicas no es solamente la cirugía sino la prevención, que tiene a los ‘centros de salud’ como primera trinchera; y de que además no hay infraestructuras preparadas para una pandemia, y la prueba es que las UVI no solo se colapsan ahora con la covid19. Cada gripe anual los pasillos se llenan. Por otra parte ,y a pesar de los aspavientos autonómicos, faltan médicos y enfermeras; y es vergonzosa encima la existencia de ‘mano de obra’ sanitaria esclava, con contratos por horas, días o semanas encadenados y sueldos de miseria. A todos nos gustaría ser héroes, pero pagados decentemente.

La situación es similar en la enseñanza, excepto en la universitaria, donde hay otras compensaciones y privilegios adheridos como garrapatas o ‘rabollevas’ a la autonomía de unas universidades enfermas de ‘endogamitis soberanítica’.

Uno de esos ‘departamentos de lecciones aprendidas’ que son frecuentes en los ejércitos tendría que tener el Gobierno de Canarias para diseñar un plan de choque de rescate del ‘estado de bienestar’ en las Islas. Los ‘ranking’ no son inventos diabólicos hechos para fastidiar: son el reflejo de una realidad, aunque algunos tarambanas y soberbios engreídos se empeñen en descalificar a los que les son…adversos.

Primer objetivo, pues: subir en los ranking, no con discursos vacuos llenos de teoría confusa, profusa y difusa, envuelta en papel celofán. sino con soluciones basadas en la suficiencia de medios y en los controles de calidad. Un detector de mentiras sería de gran utilidad.

La urgencia del día a día no debe tapar el mañana a mañana y el camino al futuro.

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