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Alfonso González Jerez

Arona y la inestabilidad

La crisis política de Arona es interminable como un día sin pan o la desesperación de un concejal sin dedicación exclusiva. José Julián Mena, todavía alcalde, ha destituido a Dácil León y a Sebastián Roque, concejales de Promoción Económica y de Deportes respectivamente. La señora León había sido designada por el dedo silente de Jorge González, secretario de Organización del PSOE, como candidata alternativa a la moción de censura contra Mena, que ya se encuentra formalmente expulsado de la organización socialista. Lo curioso es que las razones aportadas por Mena para justificar el cese de ambos concejales son extremadamente razonables, incluyendo las reiteradas faltas de asistencia a plenos y a sociedades y organismos municipales en detrimento de un funcionamiento correcto de la corporación. Y más curioso resulta aún que Dácil León comente públicamente que la dirección del PSOE le había autorizado no asistir, porque ninguna instrucción política del PSOE – o de cualquier otro partido – prevalece sobre el reglamento orgánico del ayuntamiento. Si León y Roque consideraban (y consideran) que Mena es una catástrofe política, una monstruosidad moral, y debía ser apartado urgentemente de la Alcaldía, ¿por qué seguían ocupando sus despachos y cobrando sus confortadores sueldos como responsables de sus áreas de gobierno? Es grotesco –por decirlo suavemente – que no hayan dimitido hace semanas o incluso meses.

En el emporcado campo de batalla del ayuntamiento de Arona cualquier infecto agujero se transmuta en heroica trinchera y no se desecha ninguna indignidad para que brille la justicia. Los indicios de irregularidades y trapacerías no son, precisamente, insignificantes, pero otra evidencia se me antoja harto preocupante. Muchos de los concejales que se apartaron de Mena – incluyendo a Dácil León y a Sebastián Roque – fueron uña y carne y cartílago con el alcalde ahora apostrofado. En los cuatro años del mandato anterior – cuando el PSOE aún no había conseguido la mayoría absoluta de 2019 – León también fue la responsable de Promoción Económica y Empleo. Mena llegó a asegurar públicamente que su compañera era una de las mejores concejales que había tenido la corporación aronera en toda su historia. Luis García, cuya destitución el pasado año abrió la caja de los truenos, había desempeñado, igualmente, la Concejalía de Urbanismo durante el primer mandato de Mena. Ni el alcalde ni los concejales de la mayoría eran mutuamente desconocidos. Misma jerarquía, mismos cargos, mismas políticas públicas. Mismos ediles que votaron (y aplaudieron) a Agustín Marichal como presidente del PSOE de Arona y a Mena como secretario general.

Mucho más pronto que tarde Mena se convertirá en concejal no adscrito. Los ediles socialistas que están con la dirección del PSOE podrán presentar una moción de censura con el apoyo de CC y el PP. Sin embargo, puede detectarse cierta resistencia coalicionera y conservadora, porque que Coalición y el PP ayuden al PSOE a conservar Arona quizás sea demasiado pedir. Un alcalde ajeno a los tres grandes partidos del municipio – con el PSOE manteniendo, por supuesto, áreas clave del gobierno local – sería más viable o menos irritantes para unos y otros. Mientras tanto Mena, que es un sujeto resistente e infinitamente testarudo, ya piensa en formalizar en los próximos meses una agrupación de electores con las que atacar a sus antiguos compañeros, formar u nuevo equipo y combatir para recuperar la Alcaldía en los comicios de 2023. Tiene ganas, cuenta con simpatizantes convencidos en la agrupación socialista y dispondrá de los apoyos empresariales necesarios. Arona, el principal municipio turístico tinerfeño, está condenada a la inestabilidad política en los próximos meses y años.

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