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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

Más salud mental, menos políticos

En la fragilidad mental de los españoles tiene mucho que ver la clase política, que se ha dedicado a proyectar sus frustraciones y egolatrías personales en los órganos de gobierno y a dejar de lado las preocupaciones ordinarias de los ciudadanos. Una prueba paradigmática de ello es la orgía que vivimos, pese a que son millones los españoles que no levantan cabeza, que están sumidos en una depresión por los efectos implacables de la pandemia en sus vidas. El cóctel entre elecciones anticipadas, tránsfugas, dimisiones y mociones de censura pone en evidencia que el presente es para los desalmados, y que con respecto al futuro ya se verá. A Íñigo Errejón se le ocurrió llevar al Parlamento su preocupación por la devastación psicológica que sufre la sociedad, y en respuesta, el diputado del PP Carmelo Romero le gritó “vete al médico”. Una exclamación así contra un discurso sobre la necesidad de que la salud mental sea accesible y no sólo para los que tienen recursos suficientes para pagarse un psicólogo subraya, sobre todo, que a su señoría le da igual ocho que ochenta que suban los suicidios o que aumente la facturación de ansiolíticos. De poco sirven sus disculpas por el berrido denigratorio contra el diputado de Más Madrid, y al que de una manera meridiana envía al psiquiatra. Su salida chulesca es un insulto a las personas con discapacidad, a sus familias y a los sanitarios que trabajan sin descanso para cuidar de la salud mental. Ningún partido puede permitir que un energúmeno de este nivel siga en sus filas ni que siga cobrando del dinero de todos los españoles. No podemos aceptar -la complicidades también indignan- que al resto de la Cámara no le importe tener entre sus filas a semejante ectoplasma, o que el grito de Romero sea tomado como una heroicidad por los suyos a la manera de las bravuconadas de Millán Astray. El bucle electoral de un Madrid totémico, casi de república o monarquía, contagiará a todas las instituciones y elevará el listón de los desmadres, fechorías, trumpismos, manipulaciones, aberraciones... Toda la basura capaz de entrar en un vertedero. Pero la sociedad civil, sin capitanes ni comandantes, debe hacer valer sus derechos frente a los que nos tratan como estúpidos y como meras correas de transmisión de sus vanidades. Errejón reclama atención a una necesidad que la pandemia ha desorbitado, pero que crecerá aún más bajo el choque entre la mortandad por el virus y la irrealidad de la clase política.

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