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Reflexión

Cómo Argelia ofreció a Marruecos el apoyo español en una bandeja de oro

En retrospectiva, parece que la decisión por parte de Argelia de no renovar el contrato del gasoducto Magreb-Europa, que la unía a España y Portugal a través de Marruecos, fue un error estratégico monumental.

En su afán de privar a Marruecos de gas, el régimen argelino terminó pegándose un tiro en el pie. Argelia, por tanto, a pesar de sí misma, acabó con los pocos resultados que había obtenido hasta el momento en su ensañamiento contra Marruecos, especialmente en su ofensiva para frustrar los esfuerzos diplomáticos de Rabat para ganar el apoyo de Madrid a su integridad territorial y soberanía sobre el Sáhara.

El cierre por parte de Argel del gasoducto Magreb-Europa habrá constituido, en este sentido, un regalo sin precedentes para Rabat. Dado que el gas que pasaba por Marruecos representaba el 23% del gas importado por España desde Argelia, el cese del gasoducto Magreb-Europa ha permitido reducir notablemente la dependencia de España del gas natural argelino.

Uno puedo decir con confianza que la decisión de Argelia de no renovar dicho contrato ha causado mucho desasosiego e incertidumbre en España, arrojando muchas dudas sobre la fiabilidad de Argelia como aliado responsable con el cual España podría contar para subvenir a las necesidades del mercado español en gas natural.

El gas natural argelino representaba el 60% del consumo de España a principios de este siglo y fluctuó entre el 50 y el 60% entre 2014 y 2018. Con el paso de los años, la cuota del gas argelino en el mercado español ha ido disminuyendo hasta situarse en torno a al 45% el año pasado. Pero debido a la miopía de los generales argelinos, las importaciones españolas de gas argelino cayeron del 45% a finales de 2021 al 23% el mes pasado. Entre enero y febrero de este año, Estados Unidos suministró el 34,6% de las necesidades de gas del mercado español, desbancando a Argelia como principal proveedor de gas a España.

En septiembre del año pasado, por ejemplo, Estados Unidos representaba sólo el 16% de las importaciones de gas de España. El aumento de las exportaciones de gas natural licuado (GNL) de EE.UU. a España en los últimos meses ha permitido a España tapar el agujero creado por el cierre del gasoducto Magreb-Europa.

Además, dada la notable capacidad de respuesta con la que España se adaptó a la considerable reducción de las exportaciones de gas argelino al mercado español, es evidente que Madrid ha venido preparándose desde hacía varios años a una posible caída de sus importaciones argelinas. Y es que España ha logrado salir adelante gracias a su infraestructura de gas natural licuado de clase mundial y su estrategia de larga data encaminada a aumentar la cuota de GNL en sus importaciones.

A lo largo de los años, Madrid ha construido infraestructuras de última generación para el almacenamiento y conversión del GNL. Cabe señalar que España es actualmente el país europeo más avanzado en cuanto a infraestructuras de almacenamiento de GNL, con seis terminales, mientras que un país como Alemania no dispone de ningún terminal. España por sí sola alberga un tercio de la capacidad de almacenamiento de GNL de Europa.

Esta estrategia proactiva y clarividente ha permitido evitar los efectos desastrosos que la brutal e impertinente decisión del régimen argelino de no renovar el contrato del gasoducto Europa-Magreb podría haber causado a la economía española.

Argel pretendía castigar y perjudicar a la economía marroquí al optar por no renovar este gasoducto transcontinental. Pero el régimen argelino estaba lejos de sospechar que esta decisión acabaría por ser perjudicial para sus propios intereses estratégicos, en particular sus relaciones con España. Y es que el GNL ha suplantado al gas natural en el mercado gasista español a partir este año, representando el 70% de sus importaciones totales. Hace apenas un año, el GNL representaba menos del 50% de las importaciones españolas de gas.

Dada su avanzada infraestructura en materia de almacenamiento de GNL, Madrid podrá ir reduciendo progresivamente el impacto del gas argelino en su economía y liberarse así de la espada de Damocles -el gas- que el régimen argelino ha usado como palanca durante cinco décadas para disuadir a España de apoyar la tesis marroquí sobre el Sáhara.

El cierre del gasoducto Magreb-Europa ha acelerado, por así decirlo, la emancipación gasista de Madrid frente a Argel. Y Argelia recibió un doloroso recordatorio de esta sobria realidad cuando, el 18 de marzo, España anunció un cambio histórico en su posición sobre el diferendo del Sáhara.

Al afirmar por primera vez su apoyo claro y directo al plan de autonomía marroquí, Madrid puso fin a la política de equidistancia con la que había abordado la cuestión del Sáhara durante buena parte de las últimas cinco décadas para preservar sus intereses.

Pero más que el derrumbe de la política de equidistancia de Madrid, el nuevo apoyo de España a la posición marroquí significa que Argelia ha perdido la influencia estratégica que durante mucho tiempo ha ejercido sobre la clase política española gracias a su gas.

El hecho de que Wendy Sherman, secretaria de Estado adjunta de EEUU, visitara España, Marruecos y Argelia a principios de este mes, a sólo unos días antes de que España anunciara la aprobación del plan de autonomía marroquí, implica la existencia una coordinación entre Rabat, Madrid y Washington. Esta curiosa coincidencia de la visita de Sherman y el cambio la posición de España indica que ésta podría haber recibido garantías de la administración estadounidense de que incrementaría sus suministros de gas a la economía española. El objetivo principal es ayudar a Madrid a prescindir del gas argelino.

España no se hace ilusiones sobre sus relaciones con Argelia. Es harto sabido que aparte del suministro del gas, el partenariado económico entre Argel y Madrid es insignificante y casi inexistente. Además, España es plenamente consciente de que la balanza comercial bilateral siempre se inclina a favor de Argelia.

En cambio, España tiene un denso entramado de intereses económicos y de seguridad con Marruecos. Acertó el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, en su carta al rey Mohammed VI, cuando dijo que España y Marruecos «están indisolublemente unidos por afectos, historia, geografía, intereses y amistad comunes» que la «prosperidad de Marruecos está ligada a la de España y viceversa».

En el plano económico, por ejemplo, actualmente hay más de 1.000 empresas españolas establecidas en Marruecos. Y España se ha convertido también en el primer socio comercial de Marruecos, con un favorable superávit comercial favorable que repercute positivamente en su economía.

Contrariamente a lo que se dice en ciertos medios y círculos políticos españoles, Argelia no podrá tomar ninguna medida de represalia contra España. Quienes piensan que Argelia todavía puede cortar el suministro de gas a España tienen, por decirlo con mucha cortesía, una comprensión defectuosa o una mala lectura de la situación. Mientras que los contratos de petróleo suelen ser contratos a corto plazo, los acuerdos de gas son acuerdos a largo plazo que abarcan años o incluso décadas.

Por tanto, Argelia está obligada a respetar el acuerdo que firmó con España en 2018 sobre el gasoducto Medgaz, que conecta la ciudad argelina de Beni Saf con la ciudad española de Almería. La duración de este acuerdo se extiende hasta 2030, lo que significa que Argelia no suspenderá –o más precisamente, no podrá suspender– sus exportaciones de gas a España.

Peor aún para el régimen argelino, Argel ni siquiera podrá reevaluar las condiciones financieras del acuerdo y adaptarlas a la subida actual de los precios del gas.

E incluso si el régimen argelino tuviera la temeridad de poner fin a su acuerdo de gas con España en represalia por su postura pro-marroquí sobre el Sáhara, incurriría en una flagrante violación de las normas que rigen tales contratos internacionales.

En un escenario tan poco probable, Argel también estaría bajo la presión de la Unión Europea y Estados Unidos, que han estado trabajando diligentemente durante meses para reducir la dependencia de la UE del gas ruso.

Por si fuera poco, la compañía argelina Sonatrach posee el 51% del gasoducto Medgaz, mientras que la española Naturgy y la americana Blackrock se reparten el 49% restante. Por tanto, si Argelia tomara medidas de represalia contra España, se pondría en confrontación directa con Estados Unidos.

Así, la falta de visión estratégica del régimen argelino y su odio ciego hacia Marruecos le llevaron a ofrecer España a Marruecos en una bandeja de oro. En su afán de ‘castigar’ a Rabat, Argel la ayudó sin saberlo a conseguir uno de los grandes objetivos de la diplomacia marroquí: conseguir el apoyo inequívoco de Madrid a la propuesta de Marruecos sobre el Sáhara.

El apoyo de España al plan de autonomía marroquí es psicológica y simbólicamente más importante que el reconocimiento estadounidense de la marroquinidad del Sáhara.

Dado que España tiene una influencia política y cultural sustancial en los países latinoamericanos, su posición recientemente adoptada sobre el Sáhara empujara sin duda muchos países latinoamericanos a reconsiderar sus posiciones al respecto. Por tanto, la decisión de España, le viene como agua de mayo a Marruecos, cuya diplomacia se ha esforzado en los últimos años en reforzar sus lazos económicos, diplomáticos, culturales y políticos con muchos países latinoamericanos.

Lo que es aún más importante es la responsabilidad histórica de España en el conflicto del Sáhara. Dado su estatus de antigua potencia colonial del Sahara, la decisión española de pasar de una posición de «neutralidad positiva» a una posición de apoyo claro a Marruecos constituye, sin duda alguna, un revés diplomático aún mayor para el régimen argelino que la decisión de EEUU de reconocer la soberanía marroquí.

Desde finales de la década de los 70 del siglo pasado, Madrid y Argelia aunaron sus esfuerzos diplomáticos para obstaculizar los esfuerzos de Marruecos de conseguir su integridad territorial mediante la recuperación del Sáhara.

Como tal, la furiosa respuesta de Argelia al cambio de posición de España sobre el plan de autonomía marroquí da testimonio del dolor y la agonía sin precedentes que ha sufrido Argel por su pérdida de cualquier medio de influencia sobre Madrid y por el abandono por parte de España de su pasividad y ambigüedad con respecto al diferendo territorial.

Mientras tanto, el cambio histórico de Madrid es una demostración de la preeminencia sin precedentes del plan autonómico como única salida al estancamiento diplomático en el Sáhara. El hecho de que España haya dado el paso de salir de su zona de confort y posicionarse por la posición marroquí es una clara muestra de que el establecimiento político español ha asumido la responsabilidad de España en la creación y prolongación del conflicto, así como la necesidad de zanjar este conflicto y acabar con su impacto negativo en sus relaciones con Marruecos.

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