Opinión | Punto de vista

Francisco Rodríguez Pulido

Entre Juana de Arco y el 1º de Mayo

Las instituciones europeas respiraban aliviadas la noche del domingo. Fue ajustado el resultado, comparado con elecciones anteriores. La derecha ortodoxa, su electorado, viene creciendo y tiene una mayor influencia política. Ahora viene, lo que algunos llaman la «tercera vuelta».

La abstención en Francia fue la más alta desde 1969. Mucha desgana y rechazo hubo en la celebración entre los dos candidatos. El que gana se lo lleva todo. Un Parlamento sin sintonía con la Presidencia de la Republica sería una venganza.

Macron, el Presidente de las mil caras, tiene un reto a la vista: hacer creíble lo que dice. En las primeras horas declaraba su apuesta por «un mandato renovado». Una invención colectiva dice. Es loable, pero un giro en sus políticas no hace creíble que modere sus reformas. Algunos lo entienden con dar un giro al centro izquierda, hacia los que lo han recogido de la caída. Veremos si será capaz que la calle lo sienta cercano, o seguirá siendo vivido como un dirigente de las élites, no de todos. Su país está dividido.

Muchos piensan que los próximos años serán de grandes desafíos, y las protestas se agravarán. Entre el uno de mayo y Juana de Arco se tensiona Francia.

Jean Luc Melenchon reconoce que es el peor Presidente para el país. La Unidad Popular querrá tener un Vicepresidente en el nuevo Gobierno. Macron obtuvo votos mayoritarios en departamentos de más de 50.000 habitantes, procedentes de los mayores y de los jóvenes, mientras que la clase trabajadora y los empleados votaron a Marie Le Pen, así como los departamentos rurales. al igual que a Trump y a favor del brexit. A Vox le han parecido formidables los resultados.

Macron reconoce que los que han elegido la extrema derecha por indignación deben encontrar una respuesta; esta es mi responsabilidad. Zemmour está convencido que Macron no hará nada para arreglar la fractura del paìs, según él. Ha insistido en que el Bloque Nacional debe unirse, declaró Zemmour. «Construyamos la primera coalición de las derechas y los patriotas». Veremos.

Todo lo sumergido está emergiendo: la crisis del liberalismo depredador y un estado del bienestar ineficaz y debilitado, hacen que socialmente los súbditos se muevan desorientados, con desgana e impaciencia social. Como dijo Sarkozy hace tiempo, el «capitalismo hay que refundarlo», o más bien, que una «nueva agenda común» por el bienestar de la humanidad, sea capaz de levantar un entusiasmo global e inclusivo. Las vacilaciones del liberalismo y la timidez de los socialdemócratas conducen históricamente a un estado de insatisfacción colectiva, y de anomia.

El acceso de la derecha ortodoxa a las instituciones democráticas, con sus intentos fallidos iniciales de conquistar el centro de gravedad, le permiten ir blanqueándose como opciones blandas, como estrategias que van haciendo sinergias entre países, para bordear discursos y actos excluyentes en el tiempo.

Suscríbete para seguir leyendo