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Javier Durán

Reseteando

Javier Durán

La cuarta dosis como ‘flashback’

Si la ministra Carolina Darias no hubiese hablado seguiría sin acordarme de que me he puesto tres vacunas contra el coronavirus. Y que me vi con una cuarta tras un anuncio gambazo de la alcaldable, que después metió la marcha atrás y circunscribió la campaña a los mayores de 80 años. El aviso llega en el estadio de la gripalización del virus y con bastantes interrogantes sobre las muertes de los mayores que contraen el covid y no lo superan. Caso distinto a los que pasan la enfermedad igual que una ducha fría, para satisfacción de un sistema sanitario temeroso del fatídico colapso hospitalario. El pinchazo debería generalizarse y ser una especie de flashback, una conexión con la historia que interrumpe una cronología frenética que cabalga desbocada sobre la guerra, inflación, prima de riesgo excitada, crisis energética, deportaciones masivas de migrantes, hambrunas, cambio climático, rearme internacional, rupturas diplomáticas, líderes incontrolados... Una tempestad tan vigorosa y enmarañada que me ha obligado a activar (por amnesia) la aplicación gubernamental para confirmar que, en efecto, tengo tres AstraZeneca en el body. Hace un par de años, más o menos, se teorizaba con unos felices años 20, o locos, tras la terrible torsión a la que nos sometió la pandemia en todos los niveles de la vida y la muerte. Salimos de la oscuridad y no entramos, precisamente, en una edad dorada, aunque las terrazas están como si no hubiese día después y el personal se dedique a viajar para desquitarse de tanta penitencia. La cuarta dosis nos recoloca en el que ya parece el lejano tiempo de los contagios, el confinamiento, los controles policiales y militares, la desaparición inexplicable de amigos, los discursos de Simón, la decrepitud psicológica, el pánico, la esperanza científica, las calles vacías, el cero turístico, la desolación del aeropuerto... Esta cuarta dosis sería igual al chute en vena para un drogadicto: un viaje no deseado entre los explosivos que nos dejó la última pesadilla que el hombre logró cercar y cerrar con una larga ristra de costes.

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