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Cartas a Gregorio

Manolo Ojeda

Hace más de 70 años

Querido amigo, según parece, la primavera es la estación del año en la que se muere más gente, y no sé si será porque Canarias está considerada como el jardín de la eterna primavera, que no hay día que no venga alguien a decirte: «¿Sabes quién se murió…?.

Lo cierto es que cada día que pasa van quedando menos gente conocida, y, como dice mi amigo Leocadio Rivero: «Se está muriendo gente que no se había muerto nunca…»

Te podrá parecer que es otra de las ingeniosas ocurrencias de Leocadio, pero también es verdad que antes no se moría nadie de estrés o de soledad como pasa hoy, pero, a pesar de que podemos tener una vida mucho más larga, nuestra existencia está llena de problemas y de incertidumbres.

Vivimos unos tiempos en los que la vida apenas tiene valor, Gregorio, y solo tienes que ver lo que está pasando en Ucrania o lo que ha pasado en la frontera de Ceuta y Melilla, donde los que intentaban entrar en nuestro país fueron aniquilados sin contemplaciones por la policía marroquí.

Es posible que las fronteras funcionen así, pero la diferencia es que ahora matan a la gente casi delante de la puerta de tu casa, y no en lugares del tercer mundo como pasaba antes, por lo que ya no puedes estar seguro en ninguna parte.

Habría que ir pensando en irse a vivir a otro planeta, como en «Crónicas marcianas», la novela de Ray Bradbury de 1950. Unos relatos cortos que describen perfectamente lo que está pasando hoy pero que Bradbury escribió hace más de setenta años.

Nadie puede decir entonces que no estaba avisado y mucho menos los gobernantes, que, a pesar de todo, siguen amenazando con conflictos nucleares de alcance mundial, como Rusia, China, Corea del Norte o EE.UU.

De todas formas, las crónicas del visionario escritor americano tampoco nos llevarían a ninguna parte porque, invadir Marte para reconstruir allí una nueva Tierra, es como lo que hace las cisternas del ayuntamiento cuando van dando manguerazos por las calles, que no quitan la mierda, sino que la cambian de sitio…

Los alemanes han creado en Málaga unas urbanizaciones donde solo se habla alemán, se bebe cerveza alemana y se come salchichas alemanas… Pues, para eso, zoquete, no tenías que moverte de tu tierra.

Las cosas y la gente no cambian si no cambia el sistema, Gregorio, pero parece que todo el mundo se comporta como si hubiese perdido la memoria.

¿Cómo es posible que la gente que conoce la historia y sus consecuencias estén ahora repitiéndola? Sobre todo, a sabiendas de que en unos pocos años estarán criando malvas.

Pero lo que parece evidente es que, si no hemos aprendido la lección después de 70 años, no la vamos a aprender ahora ni nunca, Gregorio, porque, entre otras razones, ya no vamos a tener tiempo.

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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