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Reflexión

Orgullo de pertenencia

ARBOL DE NAVIDAD CENTRO COMERCIAL LAS ARENAS JUAN CASTRO

A pocos días de que comience el Mundial de Fútbol, llegan a mi mente los instantes vividos en nuestro país tras proclamarnos campeones del mundo en 2010. Durante esos días de julio, los españoles compartimos las calles, los colores, las banderas, las canciones y nuestros ídolos. Por un momento percibí que no solo yo, sino todos los ciudadanos de España se sentían orgullosos de ser españoles y eso nos catapultó a un estado transitorio de sosiego y satisfacción.

Por otro lado, ya podemos observar que la Navidad está cerca. Esa época del año en que las familias se reúnen para compartir sentimientos y emociones en comidas, celebraciones, actividades,… Nos reencontramos con nuestros seres queridos, rememoramos anécdotas y recuerdos, retomamos conversaciones, repartimos abrazos y besos, risas y lágrimas y también regalos, como señal de cariño y agradecimiento. Nos sentimos orgullosos de pertenecer a nuestra familia, que nos ofrece paz y seguridad.

Cada cierto tiempo, las empresas y los colegios celebran fiestas o aniversarios de su fundación. En dichos actos, muestran a la sociedad todo aquello que han conseguido a lo largo de los años y todos los miembros de la comunidad educativa se sienten identificados con la institución.

Ahora bien, el orgullo de pertenencia es un valor que no se adquiere en determinados momentos del año o con acontecimientos especiales, sino que debe estar presente de forma permanente entre nosotros. Aleja nuestras dudas sobre si algo es posible porque nos hace pensar, sentir y actuar todos juntos como si fuera posible.

El orgullo de pertenencia en un colegio lleva a que toda la comunidad (alumnos, padres, profesores y personal no docente) se sienta afortunada de trabajar o estudiar en dicho centro. Así mismo, genera un ambiente más amable y tolerante que aporta el entusiasmo y coraje necesarios para romper límites, afrontar riesgos y asumir cambios.

«¿Qué es más importante», preguntó el Gran Panda, «el viaje o el destino?». «La compañía» respondió el pequeño dragón.

Trasciende más allá del centro porque la comunidad va creciendo a medida que los estudiantes van terminando la etapa secundaria y comienzan sus nuevos estudios o afrontan el mundo laboral. En ese momento se mantienen de forma imperceptible unidos por unos lazos que comparten con todos aquellos que han vivido lo mismo que ellos, pues, como dice Rainer María Rilke, «la verdadera patria del hombre es la infancia». En definitiva, se crea un sentido de pertenencia que provoca que te sientas formar parte de un grupo; te brillen los ojos por los éxitos de TU colegio; te reconozcan y aprecien por valores comunes al resto de alumnos que estudiaron en tus mismas aulas; sientas respeto y admiración cuando te tropiezas o encuentras con aquellos que fueron tus profesores y se te note en la cara la satisfacción que sientes cuando vuelves al colegio a inscribir a tu hijo.

Este orgullo provoca en las familias un sentimiento de seguridad y gratitud hacia la institución, en el personal del Colegio un compromiso y dedicación por su profesión que activa las ganas de ir a trabajar y realizar proyectos y actividades con los compañeros, y en los alumnos un sentimiento de bienestar, difícil de describir: están tranquilos, están en casa. Cuando visitas un centro que lo posee, más allá de los resultados de las encuestas de satisfacción, lo percibes rápidamente en la mirada de sus niños y niñas, sus ganas de aprender y divertirse; en la sonrisa del personal, siempre dispuesto a colaborar; en definitiva, en la complicidad de todos los que forman parte del mismo. Creo con sinceridad que el orgullo de pertenencia es el que nos hace avanzar, crecer y solventar juntos cualquier problema que aparece.

Se tardan años en adquirirlo y es muy difícil de conseguir, pero se puede perder fácilmente en poco tiempo. Además, se aprecia poco cuando se tiene y se echa de menos cuando lo perdemos. Por ello, es imprescindible valorarlo y cuidarlo.

En mi opinión, el liderazgo se demuestra en la capacidad que tiene una persona en crear y/o mantener ese sentimiento de pertenencia que mantiene a toda la comunidad unida, desde la confianza y el optimismo y permitiendo el crecimiento y desarrollo personal. Es en esos momentos cuando las competencias básicas salen a relucir: creatividad, colaboración , comunicación , curiosidad y espíritu crítico y el Colegio camina, progresa, vive y, con él, todos los miembros de la comunidad. ¡¡¡Qué bonita esa sensación!!!.

Solo pido a los padres de familia, a los jugadores y dirigentes de nuestras selecciones, a los responsables de nuestras instituciones que luchen y trabajen por conseguir y/o consolidar el orgullo de pertenecía, pues es el bien más preciado que se puede tener. Es el responsable de convertir lo mío en nuestro y pasar del estoy al estamos, del soy al somos,. Por todo ello prefiero medir el éxito de una empresa más por su grado de orgullo de pertenencía que por el dinero que genera. Creo que los beneficios serían mucho mayores, pues conseguiríamos el compromiso, dedicación y entusiasmo de todos para remar juntos en la misma dirección y así alcanzar nuestros objetivos. Las señas de identidad compartidas permiten transformar nuestra imaginación en realidad.

Ahora que se acerca la Navidad, llegan los Mundiales y seguimos trabajando. Debemos recordar que sentirnos orgullosos de la familia, país y colegio o empresa a la que pertenecemos nos mantiene vivos y nos permite alcanzar de forma individual y colectiva nuestros sueños.

Desde luego, puedo asegurar con confianza que mi propósito en la vida es conseguir sentirme siempre orgulloso de quien soy, de donde vengo y con quien estoy y contagiar a todos los que están a mi alrededor de esa ilusión por conseguir un mundo mejor para todos.

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