Sol y sombra

El insulto y el ingenio

Sesión plenaria, a 9 de febrero de 2023, en Madrid (España).

Sesión plenaria, a 9 de febrero de 2023, en Madrid (España). / Eduardo Parra - Europa Press

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

El Congreso se ha convertido en escenario de un intenso fuego cruzado. Amigo y enemigo. De los socios de gobierno entre sí, y de la oposición, que ha visto en las últimas y controvertidas leyes una forma de dar en el blanco y zarandear al Gobierno en su desprestigio. La violencia verbal abunda y con ello no quiero decir que los parlamentos no estén para este tipo de cosas. Otros momentos de la historia han sido también testigos de duras refriegas en los hemiciclos. Lo malo es que ahora, aunque se percibe la saña en el trato al adversario, el ingenio brilla por su ausencia.

No siempre sucedió así en la historia, incluso cuando la violencia se desataba interrumpiendo el discurso político como pasó con el ex primer ministro liberal británico David Lloyd George. Tenía fama de ser más escurridizo que una anguila y, durante una intervención, alguien le lanzó, sin acertar, una herradura a la cabeza. Él, ocurrente, sin perder la calma, pidió un momento de silencio y dijo:

– Por favor, el caballero que ha perdido su zapato puede venir a recogerlo.

En Madrid, en medio de las tensiones de 1934, alguien desde lo alto del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo increpó a José María Gil Robles que se encontraba en plena intervención:

– ¡Su señoría es de los que todavía llevan calzoncillos de seda!

A lo que Gil Robles, una vez acalladas las risas, replicó sin perder la compostura:

– No sabía que la esposa de su señoría fuese tan indiscreta.

Puede que las dos ocurrentes salidas, la de Lloyd George y la de Gil Robles, dadas las actuales circunstancias y el momento, hubieran provocado un infierno bastante mayor del que se palpa con las escaramuzas de hoy. La herradura hubiera ofendido a los animalistas y la indiscreción sobre los calzoncillos de Gil Robles a las feministas sin sentido del humor. Tampoco existe la po-sibilidad de comprobarlo porque el ingenio no se prodiga entre nuestros políticos faltones.

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