Retiro lo escrito

El judío errante de Curbelo

El judío errante de Curbelo

El judío errante de Curbelo

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

Julio Cruz debe ser una persona fascinante. Es una suposición, porque yo le traté muy poco y en su época dorada, cuando además de senador era el secretario de Organización del PSOE, es decir, según entendidos y enterados, el número dos o tres del partido que entonces dirigía –es un decir– José Miguel Pérez. El señor Cruz llevaba años ya en la ejecutiva regional socialista en la etapa del benemérito Juan Carlos Alemán, y se decía, por entonces, que ejercía de embajador plenipotenciario de Casimiro Curbelo, su padre padrone, en Tenerife y Gran Canaria. Después –como diría un clásico digno de esta historia– lo que pasó pasó. Cruz intentó hacerse adulto, es decir, independizarse, y este estirón adolescente le gustó poco a don Casimiro. Se distanciaron, pero sin declararse la guerra. Finalmente Curbelo dictó una fatwa contra Cruz en 2011, el desgraciado año en el que el presidente del Cabildo de La Gomera acabó detenido por la policía junto a su hijo por agresión a un agente a la salida de una casa de lenocinio en Madrid, acontecimiento que le arrastró a una expulsión fulminante del PSOE. En las siguientes elecciones locales circularon unos pasquines –ciertamente repugnantes– en los que se infamaba a Curbelo. El vilipendiado achacó su autoría a Julio Cruz y comenzó una cacería feroz que no ha acabado todavía hoy.

Una vez finiquitado su tránsito senatorial en 2019, Cruz podría haberse reintegrado a su plaza de funcionario técnico en el Cabildo gomero, pero no estaba tan loco como para ignorar que ahí lo esperaba un infierno concentracionario. Su verdadera desgracia tocó a la puerta en julio de ese año, cuando los tres diputados de la ASG, el partido de Curbelo, se hicieron indispensables para investir a Ángel Víctor Torres como presidente del Gobierno autónomo. Como socio de ese mismo gobierno Casimiro Curbeló jamás toleraría que Cruz fuera nombrado siquiera director general de Chochos y Moscas. Ni asesor ni ascensorista en ningún departamento. El caudillo de la ASG dijo sin decir y viceversa que entendería como una agresión política la contratación de su antiguo segundo. Esta estigmatización fue la que obligó a Cruz a pedir ayuda a antiguos compañeros en la organización tinerfeña, como José Miguel Rodríguez Fraga, que le indicaron el camino municipal. El primer intento fue con Patricia Hernández en el breve lapso en el que ejerció como alcaldesa de Santa Cruz de Tenerife. Cruz fue designado director general de Organización y Régimen Interno pese a quedar en cuarto puesto en el concurso convocado al efecto. Marta Arocha –presidenta del tribunal de evaluación– se negó a firmar la resolución que declaraba al gomero como seleccionado y José Ángel Martín Bethencourt tuvo que aportar su rúbrica: siempre ha firmado, dicho, garabateado o callado lo que le manda Hernández. El puesto era –aunque sometido a un concurso– de libre designación, por lo que Cruz optó por marcharse cuando una moción de censura acabó con el mandato de Hernández.

Después llegó La Laguna. Luis Yeray Gutiérrez es más despreocupado y –aunque parezca imposible– mucho más chachón que la excaldesa. Hace diez meses nombró sin concurso ni tonterías legalistas a Cruz como director de Planificación de su ayuntamiento. La titular del juzgado de Instrucción número tres de La Laguna ha abierto diligencias para investigar al alcalde por la contratación libérrima de Cruz, es decir, por prevaricación. Gutiérrez está convencido –es lo que tiene no haber abierto un libro en la vida– que tiene una bula infinita como alcalde y que no le ocurrirá jamás nada malo. Uno intuye que se equivoca y que antes de fin de año –sea alcalde o no– puede pasarlo muy mal. ¿Alguien podría contratar a Julio Cruz para evitarle más problema a los pobres socialistas? Da igual que luego le entreguen a Curbelo a su judío errante. Que se lo coma con ñames y piñas de millo y un pizco de almogrote, pero que acabe este culebrón ya.

Suscríbete para seguir leyendo